Marco Antonio Zárate Mancha.
Alrededor del 70 por ciento de la superficie del planeta está cubierta por agua. Las fotografías enviadas por telescopios espaciales y astronautas muestran una majestuosa canica flotante que pareciera ser lapislázuli. No entiendo por qué nuestro planeta se llama Tierra; debería llamarse Aqua.
Se dice que el Creador tomó barro —agua y tierra— y formó un hombre. Pero nuestra constitución promedio es de 70 por ciento de agua, igual que la superficie de nuestro planeta. Un bebé recién nacido es casi 85 por ciento agua. Sería más apropiado decir que el Gran Hacedor tomó agua, agregó un poco de tierra y nos formó. Bueno, eso de acuerdo a la tradición cristiana…
Más allá de esos devaneos originarios, el agua es el compuesto primordial de la vida, se entiende así, porque no hay ser vivo que no sea contenedor de agua. El agua es pues vida. Lo más sagrado que existe sobre la faz de la Tierra. Las exploraciones humanas sobre el universo no buscan oro, metales, petróleo, tampoco diamantes… Lo que se buscan es agua por ser compuesto vital. Sí hay agua, existe oxígeno e hidrógeno, entonces es posible presuponer algún tipo de vida. Por tanto, debemos voltear los ojos a la Tierra y revalorar su enorme riqueza. Esta formidable y única nave espacial —hasta donde conocemos— nos sustenta y provee todo lo necesario para la vida y su reproducción.
Se dice que el agua tiene grabado el programa de la vida. En las últimas décadas se han intensificado las investigaciones para desentrañar los misterios del agua. Pero mientras más se profundiza en su conocimiento más interrogantes plantea. El agua es consecuencia de la mezcla de dos gases, oxígeno e hidrógeno. La aparente sencillez de la molécula es todo un desafío. Compuesta por un átomo de oxígeno y dos átomos de hidrógeno forma un triángulo que es una estructura muy estable. Un triángulo puede sufrir deformaciones y siempre será triángulo, a diferencia de, por ejemplo, un cuadrilátero que al deformarse creará un paralelogramo. El círculo cambiaría a elipse… Casualmente una de las principales características del agua es su gran estabilidad. Es un compuesto muy estable.

Una singularidad del agua es que de manera natural se encuentra en estado líquido, gaseoso y sólido. Ahora bien, la mayoría de los elementos o compuestos se contraen con el frío, a diferencia del agua que en estado sólido se expande y además es menos denso que en estado líquido, por tanto flota sobre este último. Esa característica propia del agua es posible por el cambio de estructura que adopta. La estructura del agua en estado sólido es hexagonal y deja “espacios” en medio de los clúster o grupos de moléculas que forma. La mayoría de nosotros alguna vez ha olvidado una botella de agua en el congelador que al paso de las horas se quiebra. El cambio de estructura adoptado por el agua revienta el envase. Decíamos que el hielo flota sobre agua líquida porque su densidad es menor y esa propiedad hace que la capa de hielo proteja la vida en ríos y mares. De otra forma el agua se congelaría de adentro hacia afuera y por tanto toda la vida sucumbiría.
Las investigaciones del agua cada día aportan novedades sobre este vital compuesto. En México la doctora Esther del Río, investigadora adscrita durante muchos años al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, Cinvestav, del Politécnico Nacional, hizo grandes y notables contribuciones al estudio del agua. El médico francés Jean Luc Montaigner, premio Nobel 2008 de Medicina por ser codescubridor del Virus de Inmunodeficiencia Humana, VIH, replicó las investigaciones sobre memoria del agua de su compatriota Jacques Beneviste, a la sazón muerto por la enorme presión de la “comunidad científica” que lo interrogó hasta el cansancio por publicar sus hallazgos en la prestigiada revista Nature sobre esa asombrosa propiedad del agua: la memoria magnética. Los resultados de Montaigner asombraron a científicos italianos y alemanes… queda mucho por investigar acerca del agua y a nosotros, ciudadanos de a pie, solo nos queda preservar ese líquido primordial para nuestra vida y la de generaciones venideras.
Por último, buscamos con afán en el sistema solar el vital líquido. Mejor cuidemos el que tenemos seguro aquí en nuestra Tierra. Exploremos el agua, porque en la medida que desentrañemos sus secretos, podremos conocernos mejor nosotros mismos. Al final del camino nosotros y toda la vida viene del mar. Del agua, pues.

Marco Antonio Zárate Mancha
Estudió ingeniería mecánica en la Universidad Michoacana. En sus inicios trabajó en el Grupo ICA. Posteriormente colaboró en la Secretaría de Programación y Presupuesto, en el Sistema Alimentario Mexicano de la Presidencia de la República. A su paso también se ha desempeñado en la Canacintra México, en el programa TIPS de Bancomext, en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, en el Gobierno de Michoacán y en el municipal de San Luis Potosí. Ha sido y es empresario y esporádicamente ha colaborado en diversas publicaciones impresas y electrónicas, como: Quadratín, Homozapping, revista AM Blues, Alternauta, Revista Transformación de Canacintra y Fórum Financiero, entre otros.
