Por Daniela Lozoya Reyna.
En días pasados concluyó el periodo de vacunación al sector educativo en San Luis Potosí, en otros estados el proceso va más avanzado y en algunos otros está por comenzar, lo cierto es que se prevé que en próximos días todo el personal docente y administrativo de las escuelas públicas y privadas de todo el país esté inmunizado contra el COVID 19.
Lo anterior tiene como finalidad un pronto retorno presencial a las aulas en todos los niveles, si bien es cierto que las condiciones de salud no son las más óptimas en cuanto al control de la pandemia, a poco más de un año de que comenzó, ya existe mayor claridad e información en cuanto a las medidas más eficaces para prevenir la enfermedad.
Si bien, aún falta que el semáforo epidemiológico de cada entidad se encentre en color verde o de bajo riesgo, el regreso presencial no será obligatorio y dependerá de la decisión de cada alumno o padre de familia su presencia en la escuela.
Como en todos los temas de ésta índole, hay quienes se pronuncian a favor y en contra de dicha acción; lo cierto es que cada vez es más común ver a los niños en los parques, en los restaurantes acompañando a sus padres, en eventos sociales, en clases particulares de cualquier cosa, en plazas públicas etcétera. Todos acatando las medidas de uso de mascarilla y lavado de manos –en el mejor de los casos-.
¿La razón? Los niños ya están hartos, cansados, fastidiados de vivir ésta realidad que les tocó; están de mal humor y necesitan despejar su mente; esto sin contar el rezago educativo y socioemocional del que son víctimas.
Si bien, la vacunación del personal educativo no garantiza en su totalidad que no habrá contagios dentro de los centros educativos, por el bienestar y la salud mental de los niños vale la pena hacer el esfuerzo conjunto (escuela y casa) para hacer posible, en la medida de lo posible, un retorno sano, pronto y con cautela.
