Por Daniela Lozoya Reina.
Después de poco más de catorce meses de llevar el aprendizaje a distancia, el esperado retorno presencial a las aulas llegó el pasado lunes. Cientos de alumnos de todos los niveles en el estado volvieron a pisar los salones, conocieron a sus compañeros y maestros en persona.
Si bien, no fueron todos los planteles los que aperturaron y tampoco todos los alumnos los que decidieron volver; esto se puede interpretar como un adelanto o visoria de lo que muy próximamente ya será una realidad para todos.
Entre mascarillas, termómetros, lavado de manos y protocolos, los alumnos y maestros cumplieron la primera semana de vuelta a la realidad que se vivía hasta marzo de 2020. Las autoridades educativas anunciaron que ésta primer semana transcurrió sin contratiempos y sin contagios, a diferencia de la ciudad de México en la que ya tuvieron que cerrar algunos planteles por la incidencia de algunos casos detectados de COVID.
Cabe recordar que el retorno se dio de manera voluntaria, y no en todas las escuelas, ya que no todos los planteles pudieron garantizar el cumplimiento de los requerimientos que establecen las autoridades de salud y educativas. Esta apertura gradual se muestra como un adelanto y un llamado a restaurar los planteles y asegurar que en agosto estarán listos para recibir a los alumnos.
En el caso del estado de San Luis Potosí, quedan cuatro semanas en las que se deberá hacer un esfuerzo extraordinario entre la triada educativa –autoridad, padres de familia, alumnos- para lograr culminar el ciclo escolar sin incidentes y poder garantizar que en agosto se pueda arrancar un nuevo ciclo escolar seguro para todos.
