Todo déspota debe tener un súbdito leal
que lo conserve cuerdo.
George Bernard Shaw
Por Benito Machiatto.
El inesperado y prematuro destape para la aún lejana sucesión presidencial que López Obrador hizo de varios de sus colaboradores y de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, tiene varias lecturas.
El desgobierno de la 4T, cualquier cosa ello signifique, ha tenido un precoz desgaste. En las mañaneras lo mismo se toca a Óscar Chávez, que a Armando Manzanero… También se habla como si fuera asunto nacional la muerte de algún actor como Jorge Arvizu, más conocido como El Tata. Pues bien, en una emisión matinal de La Rosa de Macuspana, le dedicó varios minutos para destacar su trascendente trabajo en la televisión nacional, incluso para impresionar a la teleaudiencia, nominó los “doblajes” que hacía de Benito Bodoque, notable personaje de las caricaturas de Don Gato y su Pandilla.
A veces esos relevantes temas dan miga a las mañaneras, aunque el plato fuerte del menú cotidiano es la picota para periodistas irreverentes; periodistas que solo ven la paja en el ojo ajeno, para aquellos que únicamente le ven las patas al pavorreal y no reconocen los destellos tornasolados de su bello y deslumbrante plumaje… Vamos, que ni siquiera le conceden el empate al presidente, pero es que los balazos en el pie son cosas de todos los días.
Recordemos una de las promesas de campaña que se hicieron deleznable talco una vez se apoltronó en la silla presidencial. Aquel compromiso de regresar a los cuarteles a los militares a seis meses de su gobierno; y de una Guardia Nacional bajo mando civil. Posiblemente López Obrador haya olvidado esas promesas, pero la prensa y la letrada ciudadanía no. Y eso es una piedra en el zapato, una espina en el talón que lo agobia y éste se rebela ante el espejo que lo persigue como terca sombra y que lo refleja en campaña prometiendo lo que la ciudadanía anhelaba. Pero millones que dieron su voto a ese promisorio México ofertado, fueron constatando el abandono de lo ofrecido, la pérdida de rumbo y el engaño. Muchos de los ayer fervientes obradoristas, paulatinamente abandonaron el apoyo cuasi incondicional que ayer manifestaron. Entre los notables se cuenta a Susana Zabaleta, Diego Luna, Gael García… Pero no solo artistas, también intelectuales y el mismísimo Porfirio Muñoz Ledo han criticado abiertamente las ocurrencias del inquilino del Palacio de Gobierno.
Un sabio refrán, como casi todos son, advierte: “A mucho hablar, mucho errar”. Y López Obrador ya cubrió su cuota y las ocurrencias mañaneras ya no despiertan gran interés. En una fotografía del pasado 1 de julio en que celebró 3 años de triunfo electoral, se le ve muy demacrado. Como si le hubieran pasado 20 años encima. Y aunque es cliché, el poder desgasta y en él es ostensible el cansancio.
Es en ese contexto donde la ocurrencia del pasado 5 de julio —apenas 4 días después de la celebración de su victoria en las urnas— hizo el prematuro destape de algunos de sus colaboradores y compañeras de establo que, a juicio suyo, pudieran ser dignos sucesores de su trascendente gestión.
En la cabeza presidencial, todo indica que no hay escenario futuro en que las tribus morenistas entreguen el poder. Ese escenario simplemente no existe ni en la más pesimista de sus prospectivas. El presidente ve a su caballada rozagante, briosa, leal, preparada… y la de establos adversarios más que famélica.
Con esa seguridad que dan los análisis someros y con otros datos que solo conocen los grandes iniciados, el presidente se sabe de una mano ganadora y abre sus cartas:
(Pero), “Primero hay que tomar en cuenta que es el pueblo quien va a decidir, ahora del flanco progresista liberal hay muchísimos como Claudia (Sheinbaum), Marcelo (Ebrard), Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier, Rocío Nahle, bueno muchísimos, afortunadamente hay relevo generacional”, declaró.
Pero si uno revisa la actuación de los nominados, la Sheinbaum y Ebrard, tienen que sortear el affaire de la Línea Dorada. La famosa Línea 12 del Metro, que se llevó 26 vidas y dejó enlutada a muchas familias. La jefa de gobierno entregó muy malas cuentas en la pasada elección y partió en dos su Ciudad. Ebrard, además de ese caliente expediente, ha jugado de comprador de vacunas anti COVID-19 y ese tema está que arde por lo que comienza a hacerse público acerca de efectos adversos de su aplicación que día a día se documentan y que mañana pudiera cuestionarse por qué se compró de unas y no de otras. Y cuál fue el criterio médico y los documentos de soporte de análisis y de investigación que amparaban su seguridad.
De los demás aludidos ni qué decir. Es lo que en pesca se llama fauna de acompañamiento. Uno de los omitidos del listado presidencial fue Ricardo Monreal, quien no se ha querido quedar atrás y ya levantó la mano, como diciendo, yo también quiero y puedo jugar.
Ahora bien, el temprano destape es un termómetro de que el inquilino de Palacio Nacional está abrumado por su lucha diaria contra la que considera prensa irreverente y falaz; contra sus adversarios políticos; contra la violencia generalizada en el país… y un largo etcétera. Y por otro lado sus cuestionados y frustrados proyectos del Tren Maya, Aeropuerto Felipe Ángeles y la Refinería de Dos Bocas no avanzan al ritmo programado… y es así que avienta el arpa y da el banderazo de salida de los jamelgos.
El presidente que tenía los ojos puestos en el desastroso pasado de las administraciones precedentes, ahora voltea hacia el futuro incierto. Sus colaboradores, aunque digan que es temprano para sus aspiraciones del 2024, han comenzado hacer movimientos. La Sheinbaum releva al secretario de gobierno y nombra a Martí Batres, pronto vendrán otros ajustes de sus ahora adversarios. Si de por sí el desgobierno de López Obrador andaba muy descompuesto por su papel de factótum, ahora cada gallo cantará en su gallinero y el cumplimiento de las promesas y difusos objetivos de esta 4T, será muy difícil de concretar. En resumen, otro sexenio perdido…
