Por Redacción.
La tercera ola de contagios por el Covid -19, con la variante delta multiplica exponencialmente los enfermos a cifras inéditas desde marzo de 2020. En este escenario se contempla el inicio de las clases presenciales en todo el país, lo que representa una grave amenaza a la salud de los estudiantes
Con el mito de que a los niños y jóvenes no les afecta el Covid-19, se conmina a los padres de familia a enviar a sus hijos a las escuelas públicas que en condiciones normales muchas de ellas no tienen agua potable ni sanitarios en buenas condiciones; ahora, después de 18 meses de estar cerrados los planteles, sin embargo la instrucción presidencial fue abrir todas las escuelas.
Con un gobierno que en la secretaria de Educación Pública tiene a Delfina Gómez, que un día dice una cosa y al siguiente se desdice, conforme le marca el paso el presidente, las cosas van de mal en peor.
El único consuelo que queda para que la pandemia no se enquiste en los planteles escolares es que los maestros y la mayoría de los padres de familia estén muy atentos para evitarlo.
Decir desde Palacio Nacional, que los niños no son sujetos de contagio y menos de muerte, es una irresponsabilidad criminal que debería de ser juzgada en tribunales internacionales y nacionales si estos no estuvieran en manos de los amigos del presidente.
No se ha tomado en cuenta que en nuestro país muchos miles de niños acuden a las escuelas sin probar alimento y en gran número de estas no se cuenta con agua corriente para el lavado de manos, pero además se exigirá cubrebocas y gel antibacterial, que no dotarán la cantidad requerida las autoridades educativas federales, esto aumenta la posibilidad de que dejen de asistir a las escuelas, que parecería lo más saludable.
La pandemia en México, según datos oficiales alcanza ya la cifra de 260 mil muertes, aunque otros cálculos que no se emiten desde palacio y sí de instancias académicas y de investigación, consideran que ha cobrado más de 600 mil vidas, de las cuales, buena parte de ellas se pudo evitar con la implementación de políticas públicas que evitaran el contagio; atender oportunamente a los enfermos en la red hospitalaria del sector público; y por supuesto vacunar a mayor ritmo, pero ni una ni otra cosa hizo el gobierno de inmediato y ahora padecemos las consecuencias.
Frente a esta circunstancias se dicta desde palacio nacional que se abran las escuelas, todas, sin ir una por una en un análisis adecuado y conforme lo determinan los protocolos de salud, sobretodo si se entiende que la salud es un derecho fundamental, consagrado en nuestra Carta Magna, que evidentemente, no ha sido cumplido por el actual gobierno de la 4T y por el contrario, lo escrito en la Carta Magna se ha violado flagrantemente por López Obrador y sus esbirros del sector salud, que solo han contado y contado mal, que no curan y mucho menos bien.
