A PROPÓSITO DEL 14 DE FEBRERO

Por Marco Antonio Zárate Mancha.

«Hacer el amor les producía placer pero no les daba consuelo».
Milan Kundera | La insoportable levedad del ser.

En su libro «Sobre la soledad y el amor», Jiddu Krishnamurti, JK, explora, entre otras cosas, el sexo. Hacer el amor, pues… Y JK pregunta por qué nos consume tanto tiempo pensar en el sexo, más que el propio acto de hacerlo. En los tiempos que discurren, quizá como nunca, se han exacerbado las imágenes de mujeres con glúteos y senos descomunales. Los cuerpos, tanto de hombres como de mujeres se despojan de vello púbico y se revelan en total desnudez. 

Las imágenes fluyen como ríos desbordados. R. Schwaller de Lubicz, escribió:  <<La mujer, incluso desvestida, no está desnuda, su sexo permanece oculto>>. Pues ya no. Ahora se muestra por entero el sagrado palacio de rubí, como le llaman los textos chinos… La mercadotecnia abusa de imágenes con ninfetas o donceles sugerentes, con miradas lánguidas y posturas lascivas. En ese provocativo contexto nos movemos cotidianamente. El torrencial bombardeo mediático desboca aún más nuestros pensamientos que machacan y machacan sobre sexo. JK nos dice:

[…] “Los cinematógrafos, las revistas, las novelas, la manera como viste la gente, todo fortalece el pensamiento acerca del sexo. […] ¿Por qué se ha vuelto un tema central en sus vidas? Cuando hay tantas cosas que llaman, que exigen nuestra atención, concedemos atención completa al pensamiento sobre el sexo.  ¿Por qué se ocupa tanto de eso la gente? Porque es una vía de escape máximo. Es un modo de olvidarnos completamente de nosotros mismos; y no tenemos otra forma de hacerlo. Todo lo demás que hacemos en la vida acentúa el <<yo>>. Nuestros negocios, nuestra religión, nuestros dioses, nuestros líderes, nuestras acciones políticas y económicas, nuestros escapes, nuestras actividades sociales […] todo eso acentúa el <<yo>>. O sea, solo hay un acto en el que no se acentúa el <<yo>>; por eso se convierte en un problema. Cuando hay una única cosa en nuestra vida que implica una vía de escape máximo, de completo olvido de nosotros mismos así sea por unos pocos segundos, nos aferramos a ella porque es el único momento en que somos felices. Toda otra cosa que tocamos se convierte en una pesadilla, en una fuente de sufrimiento y dolor; de modo que nos apegamos a esa única cosa que ofrece completo olvido de nosotros mismos, y a eso llamamos felicidad. 

Visto así, el sexo no da consuelo, sino olvido (el orgasmo es un abandono momentáneo…) Por unos segundos nos desconectamos de las miserias de la vida moderna, tan llena de artilugios para dizque hacernos la vida sencilla, la vida fácil. Pero la gran tragedia es que el hombre no está preparado para tener tanto tiempo para mismo. En estos tiempos de galopante neoliberalismo, el hombre ha perdido su esencia y lo más valioso que tiene: su dignidad. Desde lo alto del poder, al hombre se le ve como un ente que consume. Se han arrancado de su educación las materias humanistas. Filosofía, ética, estética, lógica… Esas que dan sentido y brillo a su existencia. El hombre moderno ha sido arrojado a la más indigna de las vidas en donde todo se resume a consumir y trabajar. A las funciones básicas de la fisiología y del mercado…

Deja un comentario