CON TODO, PARA LLEVAR

Por Claudio García.

Fueron casi tres años los que transcurrieron desde que platiqué del proyecto con Eduardo López Cruz, y cada tres o seis meses le hablaba, lo buscaba para saber cuándo estaría el documento prometido.

Como era “Calek” siempre respondió que lo haría, fue casi al final del trienio de Victoria Labastida cuando por fin entregó el escrito, Desde que inicié su lectura me atrapó y me llevó por esos laberintos de las “Historias de la comida y la bebida popular en San Luis”.

Como él mismo escribió que su libro “no deriva de investigación institucional realizada previamente, es el resultado de entrevistas y referencias orales de quienes aparecen a lo largo del texto… a todos ellos va mi profunda gratitud, con todo para llevar”

Decidió el diseño, que a muchos no gustó, pero era su obra y se respetaba. Logró una portada diseñada por “Pingo”, Alfredo Narváez, caricaturista que garantizaba, de entrada un atractivo visual. Así un rey de Francia aparece a punto de empacarse una “gordita”. ¡El Pingo y sus pingaderas!

Su dedicatoria a todas y todos los que metieron mano, como diría, o le dieron vuelta a la cuchara de la olla para para mover el caldo, así aparecen los nombres de Claudia; de la licenciada Martha Victoria Cruz Valero, “por su aliento desde la primera nalgada”, su madre. Pasa por las instituciones que fueron fuente de su búsqueda; a Pedro Manuel de la Fuente; Ana María Rodríguez de Palacios; a Don José Luis Rodríguez, “hijo del legendario Don Cruz”; a Ricardo Guzmán Carvajal. Y  como “Harina de otro costal”: Rosa Helia Villa de Mebius; Alfredo Narváez; Ivonne Arenas; Israel García Villaseñor.

 Así Eduardo nos invitó a probar las delicias potosinas, las tostadas, los panes, las gorditas los tamales, enchiladas, flautas, tortas, carnitas, nieves y aguas, de todo nos convida en esas páginas llenas de anécdotas para llenar la barriga, de antojos, recuerdos y sonrisas. Por la historia del San Luis de ayer, del que siguió y hasta del que este libro “Con Todo, para llevar”  escribió “Calek”.

Y como bien lo cerró “Este libro no es un recetario en estricto sentido…Es en cambio un exótico platillo potosinos en el que los principales ingredientes son los personajes que le han dado sabor y color a la comida y la bebida, en una ciudad cuya noble historia ha corrido paralela a la de fondas y cantinas, escondrijos y chiribitiles donde – a su modo y estilo- mujeres y hombres han contribuido con su granito de sal a hacer de la capital potosina lo que es actualmente. Esta es una cazuelada de agradecimiento a todos ellos”. Buen provecho.

Nota: Esto está lejos de intentar ser un homenaje a “Calek”, solo es un recuerdo maravilloso de un personaje cuyo intelecto e imaginación, su capacidad para el manejo del lenguaje, debemos recordar siempre. Ojalá surgieran muchos Caleks, pero de estos solo se da, de vez en cuando, un granito en la cocina. 

Gracias por permitirme, como bien dijiste, disfrutar con personajes como tu esos “años anárquicos en la escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí”.

Pronto nos veremos compañero para seguir pidiendo “Con todo, para llevar”

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