EN VERDADERAS ENCERRONAS
Por David Medrano.
Ricardo Gallardo, como gobernador, a poco de cumplir un año desde su triunfo electoral de junio pasado, mantiene unos altísimos niveles de popularidad, quizá más altos que los de la época de las campañas políticas.
En sus funciones ejecutivas, está más que claro que resuelve, comanda una administración con su personalidad y a su manera.
El que haya llamado a cuentas a su principal equipo de colaboradores, va más allá del exhorto a que redoblen el paso hacia el primer año de gobierno, hay algo que no gusta, y que sólo el gobernador tiene muy en claro, respecto al desempeño del gabinete.
A mediados de semana se les convocó a una reunión en la sede de Palacio de Gobierno, los hubo desde los que estuvieron hacia las 9:30 horas -el cónclave era a las 11:00- hasta los que llegaron quemados en tiempo a esa cita.
Un desplante así en la administración aristocrática gubernamental anterior, le ocasionaba un ceño fruncido al ex gobernador Juan Manuel Carreras, pero también era sabido su molestia porque sus colaboradores texteaban en sus celulares durante las reuniones. Algo ruin, si se considera que le confería mayor importancia a esos detalles que a constatar resultados comprobables, o, siquiera, vigilar que no hubiese irregularidades como finalmente se demostró a partir de las denuncias que quedaron comprobadas.
Gallardo tiene un sentido muchísimo más práctico, por su experiencia anterior como alcalde de un municipio metropolitano, tienen además un conocimiento puntual de cómo funciona en realidad, una administración pública.
El llamado a cuentas de sus colaboradores, por antonomasia, no deja de tener esa apreciación que el sitio común, por años, ha conceptualizado como jalón de orejas o apretón de tuercas.
No por nada en los momentos y horas subsecuentes a esa reunión, les dejaron muy en claro una consigna fundamental: el de la popularidad y los bonos a la alza, es el gobernador, no sus funcionarios que con atrevimiento o no, cifran su participación en el gabinetazo a futuras participaciones electorales.
En esas andanzas, confluye también que para algunos casos específicos, no dejan de preguntarse de cercas y de lejos, opciones o perfiles, para mejorar el desempeño y los resultados.
No los hubo en todos los casos después de la encerrona, sí caminaron por las calles que rodean a Palacio de Gobierno funcionarios en plan de estudiante que salva el examen con éxito, otros, también, con prisa y semblante pensativo, y los que de plano, optaron por salidas más discretas, sin ser vistos.
En un gobierno con personalidad, no gris ni de escritorio como se veía antes, Gallardo muestra que todos los días, algo sucede con efectos en SLP. Lo mismo está un día en municipios del interior que otro, recorre las obras que le dejaron botadas.
Ya se ha visto antes, en los gabinetes siempre los hay los que se extravían en el marasmo del primer año, y rehúsan compromiso.
Si le ayudan mucho, poco o nada, el gobernador queda claro que trae un feeling muy preciso, sobre su equipo de colaboradores inmediatos.
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Desde la parte penal, se ha observado ya que hubo una verdadera embestida, contra los manejos irregulares de la administración gubernamental anterior.
No ha permanecido impávida la Contraloría General de Gobierno, en el reservorio mantienen el capítulo de la parte administrativa, y que todavía no se ha manejado.
Sin embargo, no por eso indica que no esté en actuación. Hay investigaciones en proceso, se les sigue la pista.
Lo más sustentado hasta ahora, son la serie de movimientos inusuales, en la compra de propiedades que le observan a ex funcionarios gubernamentales. En algunos casos, hasta nuevos fraccionamientos en proceso, en la zona dorada del municipio de Villa de Reyes, donde el crecimiento industrial aumenta las plusvalías, y tarde que temprano, requerirá de desarrollos y servicios.
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Un nuevo paquete de obras, concluida la remodelación de los parques Tangamanga y el circuito Potosí, se plantea como siguiente meta, probable sea para el año siguiente: la recuperación integral del estadio Plan de San Luis, el 20 de noviembre, y el auditorio Miguel Barragán.
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