Por Marco Antonio Zárate Mancha.
Aquellos que sacrifican libertad, por seguridad, no merecen ninguna de las dos. Benjamin Franklin En lugar de una aldea global, alguien podría decir, esto (globalización) parece más el saqueo global. Anthony Giddens1
La pinza opresora
Atendiendo la primera parte del presente escrito, tenemos dos resortes principales que han llevado a México a una complicada tesitura: endeudamiento y corrupción. Aunque en el 2000 el país vivió la alternancia por primera vez en la historia reciente, al entregar Ernesto Zedillo (Partido Revolucionario Institucional, PRI) la banda presidencial al candidato del Partido Acción Nacional, PAN, no se experimentó mayor transformación…
Vicente Fox Quezada, primer mandatario salido de las filas de Acción Nacional, prometió un cambio que nunca llegó y, no obstante la enorme desilusión de sus seguidores, logró mantener la presidencia un sexenio más. A éste lo sucedió Felipe Calderón Hinojosa, pese a no ser candidato de Fox. La elección que lo llevó al poder en 2006 fue severamente cuestionada y ganó a López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática, PRD, por apretado margen de poco más de 230 mil votos.
Desafortunadamente para México, el PAN resultó ser peor que el PRI; y Calderón entregó en 2012 la Silla Presidencial al “nuevo PRI” de Enrique Peña Nieto. El idilio panista apenas duró 12 años…
Los gobiernos emanados del PAN no supieron hacer la diferencia entre ellos y el PRI. Su política económica —ultraconservadora— no tuvo mayor divergencia con la que le antecedió, comenzando con Miguel de la Madrid… El PAN siguió con el programa de desincorporación y vendió los saldos dejados por el PRI.
Rememoremos que a la salida del convulso sexenio salinista, Ernesto Zedillo lo sucedió y el modelo neoliberal se mantuvo firme y liquidó, entre otros bienes de la nación, Ferrocarriles Nacionales de México, Nacional Financiera y Aeropuertos y Servicios Auxiliares; Vicente Fox remató Aeroméxico y Mexicana de Aviación, así como a la Aseguradora Hidalgo, muy por debajo de su valor real. Felipe Calderón liquidó a Luz y Fuerza del Centro y vendió Grupo Azucarero de México. Peña Nieto inició el proceso de desincorporación de los últimos activos productivos que tenía el país: Petróleos Mexicanos, Pemex, y la Comisión Federal de Electricidad, CFE.
El recuento anterior, no es ocioso. Lo observado es que la política económica de la era priista y panista no tuvo mayor contraste.
—La pregunta obligada es ¿por qué no se varió prácticamente un ápice?
La respuesta es: porque nuestro país tiene contratada una deuda mayúscula, interna y externa, que no permite grandes cambios a la política económica2 y prácticamente no concede mayor margen de maniobra. Apenas permite sortear cada una de las crisis3 del sistema capitalista.
Nada más para ilustrar que no siempre estuvimos en crisis. En el período 50’s-70’s, la política económica del país se basó en el modelo de industrialización por sustitución de importaciones, con el cual México tuvo en promedio tasas anuales de crecimiento del PIB4 de 6%. Todas las empresas e inversiones realizadas en ese período, fueron liquidadas o rematadas por los gobiernos neoliberales (1982 – 2018), despojando al Estado de esos importantes instrumentos de política económica.
En la actualidad, México, como gran mayoría de países del planeta, vive bajo el yugo del Fondo Monetario Internacional, FMI, sus créditos, su férrea supervisión que obliga a cubrir, antes que nada, los compromisos financieros y pagar puntualmente los empréstitos. La forma de intervención de los bancos del mundo es a través del FMI. Este organismo fue responsable de establecer acuerdos —llamados Cartas de Intención— con los países demandantes de crédito. En estas Cartas, los firmantes comprometían la venta de empresas paraestatales, aumentar impuestos (IVA de 10% hasta 16%, entre otros); incrementar los precios de productos y servicios gubernamentales; reducir sueldos y salarios, sacrificar prestaciones sociales y para la población, apretarse el cinturón. En el supuesto caso de no firmar, se cerraban las puertas para contratar más deuda, además de subir la calificación de riesgo país y por tanto pagar tasas de interés más elevadas…
Para ilustrar lo anterior recordemos lo sucedido en Grecia en 2015, país atribulado por una enorme deuda, prácticamente impagable: En ese año, Yorgos Papandreu, primer ministro griego, tuvo que “negociar” créditos con el Banco Central Europeo, BCE, y el FMI. Una vez que los organismos multilaterales le leyeron el catecismo con las medidas draconianas económicas que tendría que implantar en su país y a su pueblo para acceder a más créditos, decidió someterlas a referéndum, ello desencadenó una crisis política que lo obligó a dimitir al cargo; el primer ministro sustituto, Lukás Papadimos, canceló el referéndum y pactó los empréstitos para su país, es decir, se dobló, porque para ellos solo hay de una sopa…
Por ello, el margen de maniobra de los gobiernos es cada vez es menor. En nuestro caso al desincorporar cientos de empresas estatales, dejaron a la política económica sin esos instrumentos productivos con los cuales influir en la economía. Al final, dice el discurso neoliberal, todo lo regula el mercado…
Llegamos pues a la primera conclusión y al primer resorte que oprime a gobiernos y pueblo: los créditos y servicio de la deuda (léase: pago de intereses).
Si a lo anterior sumamos otro ingrediente: el irrebatible hecho de que cada sexenio y trienio el país produce nuevos millonarios emanados de los gobiernos de los tres órdenes —federal, estatal y municipal— que se atiborran a sus anchas en las poco vigiladas arcas públicas, tenemos otro elemento del círculo perverso.
Acerca de la rampante e irrefrenable corrupción no se ahondará mayormente, pues es de todos conocido que gobiernos van y gobiernos vienen y, pese a que en las campañas los políticos se comprometen a meter a la cárcel a los corruptos y llegar hasta donde tope, la verdad es que todos al paso del tiempo se hacen de la vista gorda y no hacen nada. En ocasiones algunos descuidados pececillos llegan a prisión, mientras los peces gordos disfrutan por el mundo de sus rapiñas.
La segunda conclusión, por tanto, nos lleva al segundo resorte que oprime a los países y a los ciudadanos: la corrupción.
Llegamos a una primer gran conclusión:
A los gobiernos, despojados de sus empresas productivas, solo les queda la administración (léase cobrar impuestos para asegurar el pago de pasivos a la banca internacional, vía FMI) y la seguridad interior.
La corrupción no se acabará, ya que no es un mal del sistema, sino es intrínsecamente el sistema: La corrupción es el sistema.
1 Anthony Giddens. Un mundo desbocado, los efectos de la globalización en nuestras vidas. Taurus. P. 28.
2 Política económica: El conjunto de medidas e instrumentos que utiliza el Estado para influir en el comportamiento del proceso económico.
3 Crisis: estamos refiriéndonos a la que se abrió en 2007, a partir del hundimiento del mercado inmobiliario norteamericano. En realidad esta es una definición restrictiva y limitada, porque padecemos la crisis desde 1973. Una crisis permanente, que sólo cambia de intensidad y de nombre. La gubernamentalidad liberal se ejerce pasando de la crisis económica a la crisis climática, la crisis demográfica, la crisis energética, la crisis alimentaria, (ahora crisis sanitaria), etc. Al cambiar de nombre sólo se cambia el miedo. La crisis y el miedo constituyen el horizonte insuperable de la gubernamentalidad capitalista neoliberal. No saldremos de la crisis (a lo sumo, se modificará su intensidad) por la sencilla razón de que la crisis es la modalidad de gobierno del capitalismo contemporáneo. Maurizio Lazzarato. Gobernar a través de la deuda, Amorrortu, 2013.
4 Producto Interno Bruto, PIB.
Marco Antonio Zárate Mancha
Estudió ingeniería mecánica en la Universidad Michoacana. En sus inicios trabajó en el Grupo ICA. Posteriormente colaboró en la Secretaría de Programación y Presupuesto, en el Sistema Alimentario Mexicano de la Presidencia de la República. A su paso también se ha desempeñado en la Canacintra México, en el programa TIPS de Bancomext, en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, en el Gobierno de Michoacán y en el municipal de San Luis Potosí. Ha sido y es empresario y esporádicamente ha colaborado en diversas publicaciones impresas y electrónicas, como: Quadratín, Homozapping, revista AM Blues, Alternauta, Revista Transformación de Canacintra y Fórum Financiero, entre otros.
