DISQUISICIONES SOBRE LA NECESIDAD DE UN NUEVO MODELO ECONÓMICO (6a Parte)

Las distancias apartan las ciudades
Las ciudades destruyen las costumbres
José Alfredo Jiménez

Por Marco Antonio Zárate Mancha.

Las ciudades modernas un modelo a discutir

En el principio del prospectivo libro e-topía1, originalmente publicado en 1999 por el Massachusetts Institute of Technology, MIT, en su prólogo nos cuenta una historia. Tiene que ver con los pueblos y culturas más primitivas asentados en las riberas de los ríos y en derredor de pozos de agua —no puede haber vida lejos del vital líquido. Tanto para humanos, como para sus animales—. El libro explora, prospecta, el cambio que ineluctablemente traerá en nuestra forma de vida el advenimiento de las redes de información, y cómo cambiaría de alguna forma las ciudades tal como las conocíamos. En realidad es difícil determinar a priori la forma de vida que tendrán las ciudades —aunque sería más correcto decir sus habitantes— con las tecnologías de información y comunicación. Las implicaciones repercuten y repercutirán en prácticamente todas las esferas de la vida diaria. Los impactos de las redes y sus adictivos adminículos —ordenadores y teléfonos inteligentes—, así como la plétora de programas y aplicaciones que se nos ofrecen, resuelven de manera fácil y práctica un sinnúmero de actividades y problemas que enfrentamos de forma cotidiana. Pero, como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes… 

Decíamos que inicialmente el libro hace un breve exordio en que expone los cambios que las diversas tecnologías han traído en nuestras formas de vida y en un principio narra cómo era en un desierto. La existencia de la pequeña comunidad se centraba en el pozo de agua. Su ubicación era lugar de reunión de las personas. Allí de alguna forma se daba buena parte de la sociabilización. Se hablaba de acontecimientos, intercambiaban mercancías, experiencias; también discutían problemas y desafíos de la comunidad. Más adelante, la tecnología permitió llevar agua en tubería a cada vivienda y de esa manera se trastocó definitivamente un modo de vida. Se ganó en comodidad y ahorro de trabajo, pero la vida comunal cambió radicalmente. El pozo ya no fue centro de reunión… su lugar se sustituyó por un café, el mercado o en la actualidad por una plaza. Podemos decir que el impacto mayor fue en la forma de vida comunal, de las relaciones sociales

El autor nos lleva por otro sendero y nos expone una distinta variación en la forma de vida que trajo una nueva ola tecnológica. Así, nos ejemplifica con una familia rural en el norte de EEUU que durante el invierno se reúne alrededor de la chimenea. El fuego del hogar les brinda calor y los alumbra. Las reuniones familiares se dan alrededor del fuego. Allí se platica, informa, estudia y practican algunos trabajos manuales como coser, tejer… al paso del tiempo, un día instalaron energía eléctrica y calefacción central que distribuyeron por todas las habitaciones de la casa. Para ese entonces, el hogar de la chimenea quedó de adorno y solo ocasionalmente se encendía. Los chicos se encerraron en sus habitaciones; los adultos alternaban cada vez menos debido a horarios y empleos disímbolos. Este cambio en la forma de vida perturbó de forma radical las relaciones en el interior de familia, quizá de forma definitiva…

En esta apretada exposición y siguiendo a Mitchell, la siguiente ola que nos refiere es la ineluctable “marcha de las mega – redes” y toda su parafernalia, que para muchos implica el cambio más profundo que hasta el momento ha experimentado la humanidad. Es, en síntesis, un cambio de civilización. 

El surgimiento y combinación de varias tecnologías como la de modernos sistemas de cómputo, aunados a los de comunicación a través de fibra óptica incrementaron de forma exponencial el tráfico de información e imágenes en las redes y dieron paso al envío y recepción ya no de bloques de megabytes, sino de gigabytes por segundo, asociado a los cambios registrados en telecomunicaciones que en menos de 20 años revolucionaran los teléfonos móviles que pasaron de ser dispositivos de telefonía a modernos teléfonos inteligentes con enorme cantidad de aplicaciones. 

La llegada de la tecnología 2G dio a los celulares la posibilidad de la telefonía más mensajería instantánea (Short Message System, SMS); la 3G adicionó la Internet; la 4g, incorporó el video y la 5G2 agregó la Ultra High Definition, UHD, video en 3D3 y la Internet de las Cosas.

Lo que de alguna forma ya vislumbra Mitchell es la relevancia que tendrá la World Wide Web, WWW, después de que en 1993 fuera de dominio público. Este es el gran detonante y en un interesante artículo la British Broadcasting Corporation4, BBC, nos esclarece la diferencia entre la WWW y la Internet:

“En cierto modo internet equivaldría a la infraestructura —las carreteras de países de todo el mundo— mientras que el contenido de las páginas web es lo que viaja sobre esa infraestructura —los autos, camiones, autobuses— para transportar información.
Las tiendas, las empresas, los cafés... que se asientan sobre esas vías para que los ciudadanos (los internautas) puedan entrar en las páginas web serían los servidores que las alojan.
Si no existiera Internet, nadie podría comunicarse a través de la World Wide Web porque no habría manera de enviar esos datos.
Y sin la World Wide Web, la mayoría de nosotros encontraríamos extremadamente difícil (y mucho más costoso) acceder a toda la información que tenemos disponible hoy día”.

Digamos que sendas tecnologías cimentaron el camino para el mayor cambio civilizatorio hasta nuestros días. El impacto en la vida de la mayoría de la gente no se ha estudiado a fondo y mucho menos las repercusiones que estas tecnologías tendrán para las generaciones que ya nacieron completamente dependientes de ellas. 

La pandemia del SARS-CoV2 y la enfermedad que produce la Covid-19 fueron el pretexto perfecto para impulsar aún más el cambio civilizatorio. Dentro de los eventos inducidos más significativos que en muchos casos quizá llegaron para quedarse está el home office, la home school, las reuniones colectivas por Zoom… 

Aunque buena parte de las actividades han vuelto a la era precovid-19, las ciudades aún no vuelven a ser lo que fueron. Y es muy probable que por diversos medios se busque mantener ciertos cambios que favorecen al capital. Por poner un ejemplo la modalidad del home office, que sin duda favorece el estilo y forma de vida de muchos, pero no de todos. Bajo esta modalidad de trabajo se pierden muchos aspectos como contacto cara a cara, trato directo y personal, la sociabilización, la conveniente y sana separación entre espacio privado y espacio público… Pero más allá de eso, el modelo, decíamos, favorece al capital. Existe sobre el particular un escurridizo término cada vez más empleado por gobiernos y empresas, es lo que llaman “externalidades”. El término lo escuché por primera vez hará cerca de 20 años. Un conocido habló de las famosas “externalidades”, pero cuando pregunté de que hablaba, no me quedó claro a qué se refería en concreto. 

Las “externalidades” son un invento de los tecnócratas para eufemísticamente referirse al abusivo traspaso de costos al otro. A la otredad. A continuación un ejemplo del llevado y traído home office. Esta modalidad de trabajo ha replanteado a las empresas reducir sus espacios de trabajo, pues han propuesto a sus empleados elegir entre trabajo en oficina o en casa, incluso en bastantes casos se ha pactado una combinación de ambas. Aunque los empleados pueden tener ciertos beneficios como ahorro de transporte, la realidad es que la empresa está descargando en el empleado ahorros en pagos de energía eléctrica, Internet, espacio de oficina, agua, impresiones, enseres de oficina, servicio de limpieza y otros más que el trabajador cubre en su hogar. Eso es en pocas palabras una muestra de la sobada “externalidad”. La empresa transfiere esas responsabilidades —gastos— a sus empleados. 

En la actualidad empresas y gobiernos transfieren una pluralidad de “externalidades” a la sociedad. Solo se expondrán un par de casos, porque el tema da para todo un artículo. Los gobiernos, en sus tres órdenes: federal, estatal y municipal han fallado estrepitosamente en brindarle seguridad a sus ciudadanos. Estos han optado por blindar, en la medida de sus posibilidades, sus hogares: desde gastos en dobles chapas, de seguridad, sistemas de circuito cerrado para vigilancia, subir la altura de sus bardas, energizarlas, hasta compra de armas… todos esos gastos que la sociedad realiza son ejemplos de “externalidades” para compensar la falta de seguridad que por ley el Estado debe proveer. Hace 40 o 50 años prácticamente todos esos gastos ni se soñaban. Hablemos de un angustiante y rampante problema: el plástico. Solo por poner un ejemplo: la Coca Cola produce 200 mil botellas por minuto en el mundo. Esa cantidad de botellas representa 8 toneladas de PET, según datos de la Fundación Ellen MacArthur5. Imaginen una campaña de Coca Cola hablando de ecología, defensa del medio ambiente o cambio climatológico… Esa cantidad de PET en un solo día representa ¡11,520 toneladas! Para ilustrar esa cantidad de basura imaginen que diariamente ven una fila de 1,047 camiones de volteo que tienen una capacidad de carga de 10 a 11 toneladas. ¡DIARIOS! Toda esa basura generada por la empresa que bien podría envasar sus bebidas en vidrio, la sociedad y gobiernos tienen que limpiarla lo que representa gastos enormes para limpiar arroyos, canales, ríos, presas, lagos e incluso el mar. Los tiraderos de basura de pueblos y pequeñas localidades arden sin control arrojando al medio ambiente humos tóxicos de los plásticos que enferman a la sociedad… Y mientras la empresa suma multimillonarias ganancias, la sociedad tiene que pagar los platos rotos. Esa es una injusta “externalidad”. Si los gobiernos del mundo impusieran un impuesto especial a la empresa, esta buscaría subsanar rápidamente su inconciencia en aras de la ganancia.

Pero retomando el tema principal, Mitchell, dice que las ciudades de la era industrial están en casi en agonía y señala que estas:

[…] “se han ido haciendo cada vez más grandes, más abarrotadas, más agobiantes y crispadas y más desesperadamente presionadas por el tráfico y la contaminación. La […] declaración de la Agenda-21 pronostica que en el año 2025 las ciudades acogerán al setenta por ciento de la población total. 

El autor propone crear ciudades que llama e-topías —ver nota— que funcionarán de forma inteligente, no más dura. Y expone que su diseño se puede reducir a cinco puntos simplificados. En el siguiente artículo serán abordados.


1 William J. Mitchell. e-topía. “Vida urbana, Jim: pero no la que nosotros conocemos”. Gustavo Gili. 2001.(nota) Según el autor, las e-topías serán ciudades económicas y ecológicas que funcionarán de manera inteligente.
2 La 5G permite un mayor número de usuarios conectados al mismo tiempo, aproximadamente 100 más que una red 4G. Y una de las mayores ventajas es su alta velocidad entre envío y recepción de información.
3 3D. Acrónimo de 3 Dimensiones. En los videos de 3D se entra en una realidad virtual, pues se tiene una percepción virtual de las tres dimensiones. Es decir, se tiene sensación de profundidad.
4 https://www.bbc.com/mundo/noticias-47538812
5 https://www.zonadocs.mx/2022/03/16/la-infinita-maquina-de-hacer-botellas/#:~:text=Si%20la%20misma%20Coca%2DCola,de%20la%20Fundaci%C3%B3n%20Ellen%20MacArthur.


Marco Antonio Zárate Mancha

Estudió ingeniería mecánica en la Universidad Michoacana. En sus inicios trabajó en el Grupo ICA. Posteriormente colaboró en la Secretaría de Programación y Presupuesto, en el Sistema Alimentario Mexicano de la Presidencia de la República. A su paso también se ha desempeñado en la Canacintra México, en el programa TIPS de Bancomext, en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, en el Gobierno de Michoacán y en el municipal de San Luis Potosí. Ha sido y es empresario y esporádicamente ha colaborado en diversas publicaciones impresas y electrónicas, como: Quadratín, Homozapping, revista AM Blues, Alternauta, Revista Transformación de Canacintra y Fórum Financiero, entre otros.


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