Por las diversas calles que conducen a la Plaza de Fundadores se empezaban a ver playeras color INE, otras blancas, que portaban mujeres, hombres, jóvenes y personas de la tercera edad, unos con pancartas, algunos con banderas y unos más con cartulinas. Todos sabían a dónde se dirigían y por qué, no se les llevó por una torta o refresco, ni por cien o 500 pesos, no caminaba a la reunión convocada con la convicción de mostrarle a un gobierno que hay muchas voces que no aceptan el cambio a las reglas del juego de la democracia mexicana.
Conforme se daba entrada de la plancha de Fundadores observaban a un par de jóvenes micrófono en mano arengar flanqueados, a un costado de San Luis Rey y del otro la asta bandera, a los asistentes con Vivas a México, a la democracia, o el INE no se toca, Mí voto no se toca.
Se llenó la plaza y parte de los costados, pero era lo de menos porque en cada rostro se volvió a vivir lo que ha costado forjar una institución en la cual se confía para organizar, contar y ser la instancia que le ha dado valor a las urnas, después de que hace casi 25 años se caía el sistema electoral y apenas 23 un partido que dominó más de 75 años.
Y los presentes fueron claros, no solo en los discursos de los tres oradores que invitaron a seguir unidos, a estar atentos a lo que decida la Suprema Corte de Justicia y a estar listos para volver a salir si lo amerita la situación en la defensa de lo que tanto ha costado: “Mí voto no se toca”, “El INE no se toca”, “No al plan B”, entre otras.
Terminó con el canto del Himno Nacional y la gente inició la retirada, pero sus rostros reflejaban haber cumplido con un derecho, una obligación y una necesidad de manifestarse contra un retroceso democrático que, desde un templete matutino ubicado en palacio nacional, un aspirante a dictadorcillo pretende realizar contra nuestro INE, contra nuestro voto, contra nuestra democracia, contra México.
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