3I/ATLAS, A NADA DE SU PERIGEO

A Denise Theurel y Alfredo Villanueva,
mantengan viva su curiosidad

«Un hombre vivo vale más que una galaxia sin vida». 
Olaf Stapledon
Por:
Marco Antonio Zárate Mancha

El raudo(1) cuerpo interestelar bautizado como 3I/ATLAS ha vuelto loco a los astrónomos y curiosos observadores del cosmos de todo el orbe. En menos de diez años se han documentado 3 cuerpos interestelares visitantes de nuestro vecindario solar. En octubre de 2017 el telescopio Pan-STARRS 1(2) del Observatorio de Haleakalā en la isla de Maui, Hawái, descubrió un singular cuerpo estelar alargado como un puro que se alejaba del sistema solar. Lo nombraron «Oumuamua», que en hawaiano significa “Explorador”.  Llamó la atención tanto su forma, como la falta de cola, además de haber registrado una aceleración no gravitacional al alejarse del sol. Dadas las «anomalías» observadas: la elongada forma de su cuerpo, la ausencia de cola cometaria y un impulso no gravitacional, Abi Loeb, astrofísico de Harvard especuló sobre la posibilidad de una sonda alienígena impulsada por el viento y presión solar. El investigador refirió que los terrícolas ya hemos enviado sondas al espacio, como la Voyager, que lanzamos al espacio en 1977 y es el primer objeto construido por la humanidad que ha alcanzado el espacio interestelar…

El segundo cuerpo interestelar, 2I/Borisov, fue descubierto en 2019 por Guennadi Borisov, astrónomo aficionado de Crimea. El comportamiento del objeto fue más parecido a un cometa tradicional. Finalmente se desintegró… El más reciente cuerpo interestelar fue anunciado el primer día de julio de este 2025. Se nombró 3I/ATLAS. Este tercer objeto lleva hasta el momento 14 «anomalías». Llamadas así, ya que representan comportamientos que el manual cometario de cabecera no puede explicar. En escritos anteriores(3) se ha dado cuenta de esas «anomalías» que lo hacen verdaderamente singular. Uno de ellos, por ejemplo, es su cuidadosa trayectoria que no tiene nada de azarosa ya que llegó con un mínimo desfasamiento de 5° de la “eclíptica”, que es el plano imaginario en que orbitan los planetas alrededor del sol. Además, lo hizo en órbita retrógrada lo cual significa que va en sentido contrario al giro antihorario natural de los planetas, al ser así, 3I/ATLAS a su paso se encontrará con 3 planetas: a principios de octubre lo hizo casi rozando Marte, desde luego en términos astronómicos. A finales de ese mes alcanzó el perihelio —29 de octubre— para unos días después —3 de noviembre— estar a la menor distancia de Venus y continuar su trayectoria a Júpiter y abandonar para siempre el sistema solar; no sin antes alcanzar el perigeo —distancia más cercana a la Tierra— el viernes 19 de diciembre. No deja de asombrar que al llegar a Júpiter lo hará justamente en el “Radio de Hill”, zona donde el campo gravitatorio del sol deja de ser preponderante y el de Júpiter se vuelve dominante. Eso sucederá el 16 de marzo de 2026.

Abi Loeb, astrofísico de Harvard, considera que este último planeta que se encontrará con el 3I/ATLAS y en las condiciones en que lo hará, pareciera ser muy propicio en el caso de soltar algunas sondas para “estudiar” al mayor planeta de nuestro sistema solar, ya que debido a la predominancia de la gravedad de Júpiter, las sondas se quedarían orbitándolo. Desde luego en este último supuesto está implícito el hecho de que 3I/ATLAS sea una nave nodriza tripulada o no, pero con protocolos y programas bien establecidos, avituallado con sondas y demás parafernalia.

He seguido al 3I/ATLAS casi desde que hizo su aparición en nuestro sistema solar. En ese momento transitaba entre las órbitas de Saturno y Júpiter. Llamó la atención su gran velocidad de alrededor de ¡67 kilómetros por segundo! También su gran luminosidad, ya que estaba muy lejano al sol para brillar con tal intensidad y solo era explicable en caso de que tuviera luz propia y/o que su tamaño fuera colosal… Es muy probable que en los próximos días se despejen muchas incógnitas de este inusual objeto interestelar, como su tamaño real (las apreciaciones van desde los varios cientos de metros hasta más de 40 kilómetros, aunque para algunos el límite superior sería de 5.6 kilómetros).

Ahora invito al probable lector a hacer un ejercicio de imaginación. En principio seamos humildes y asumamos que no somos los únicos seres conscientes en el universo. Solo en la Vía Láctea se estima que hay alrededor de 200 mil millones de estrellas (llamémosles soles). Según apreciaciones de la NASA podría haber unos 300 millones de planetas habitables en nuestra galaxia. Ojo, solo en nuestra galaxia. Otros cálculos llegan a miles de millones. Nuestro sol es una estrella joven, tiene unos 4 mil 600 millones de años de haber surgido. La galaxia tiene alrededor de 13 mil 600 millones de años.

Al 3I/ATLAS se le calculan unos 7 mil millones de años. Este viajero interestelar ya andaba por la Vía Láctea cuando nuestro sol solo era una gigantesca nube de gas y polvo. Esto quiere decir que es mucho más antiguo que nuestro astro rey. Imaginemos que proviene de uno de los primeros sistemas solares que hubo en la galaxia. No podemos conjeturar qué tecnología y conocimientos puede tener una probable civilización capaz de lanzar al espacio objetos de varios kilómetros, que además se desplazan a velocidades de vértigo…

Si observamos detenidamente, solo en los últimos ¡40 años!, la humanidad ha registrado un salto cuántico con el advenimiento de las computadoras, los microprocesadores, teléfonos celulares y explosión de las telecomunicaciones. Todo ha impulsado la automatización de procesos y elaboración de productos. Una de sus vertientes no menos significativa es la carrera espacial (ojo, no hago apología de la modernización y sus múltiples consecuencias, pues eso requiere tratamiento aparte) que se ha disparado en los últimos 35 años. La humanidad ha lanzado varios cientos de satélites, sondas, vehículos exploradores y naves que han llegado a todos los planetas del sistema solar y a nuestro satélite.

No descartemos que 3I/ATLAS pudiera ser nave nodriza y que cambie de dirección para dirigirse a la Tierra y represente un «Cisne Negro», esto es, un evento inesperado que trastoque la vida como hasta hoy la conocemos. Imaginemos atestiguar un encuentro entre dos civilizaciones, entre dos mundos, sería el mayor privilegio que pudiéramos experimentar en nuestra vida.

Habría al menos dos posibles escenarios: que represente una civilización hostil o una amigable. ¿Cómo nos comportaríamos los terrícolas frente a un evento que solo ha sucedido en novelas de ciencia ficción y en el cine? A los extraterrestres los visualizamos siempre como una amenaza para la Tierra, para los humanos. Generalmente parecieran pertenecer más al mundo de la teratología, de los monstruos. Como si nosotros no fuéramos en realidad los monstruos. Solo basta ver la depredación infligida a la raza humana por una minoría de su propia especie. La devastación pasa por la propia Tierra sometida a una rampante degradación de su vasta biodiversidad. Hemos contaminado nuestra propia cama y nuestros alimentos, todo en aras de la ganancia, de la utilidad, del lucro. ¿Cómo nos verían aquellos que han visto otros mundos, que se han maravillado con cosas que ni siquiera imaginamos?

En realidad nos verán como seres muy primitivos. Estos últimos meses incluso se ha cernido sobre la humanidad la posibilidad de una guerra nuclear que devastaría por completo la vida planetaria. Mientras buena parte de la humanidad tiene puesta la mirada esperanzada en ese inclasificable objeto interestelar que desafía los conocimientos cometarios de nuestros astrofísicos, los políticos y los poderes fácticos están enfrascados en un nuevo reparto del mundo para seguir acumulando riqueza y poder en detrimento de la inmensa mayoría de la humanidad…

La expectación por un primer posible contacto con otra civilización nos pone en una tesitura que ni siquiera ha merecido declaración oficial. Quizá la excesiva cautela con que se ha expresado la NASA en torno al 3I/ATLAS ha dejado más dudas que certezas. Abi Loeb ha sido crítico sobre los funcionarios de la agencia espacial que hace unas semanas dieron a conocer una escueta fotografía del 3I/ATLAS tomada desde una sonda en Marte, sin explicar algunas de las hasta hoy 14 «anomalías». Sobre el particular comentó que los que debieron haber dado la conferencia eran astrofísicos y no funcionarios de la NASA. Una de las «anomalías» por demás desconcertante es su persistente anticola. Un haz de gases y polvo estelar que de forma consistente apunta al sol, cuando la radiación y viento solar debieran dispersarla y lanzarla lejos de este. Imaginemos lo densa que debe ser esa anticola para que se extienda a lo largo de 500 mil kilómetros hacia el sol. Esa distancia representa 1.3 veces la que hay de la Tierra a la luna.                 

Ante un posible contacto extraterrestre, no hay hasta donde sabemos un protocolo consensuado y un representante designado, aunque lo más probable es que dicha responsabilidad caiga en el secretario general de la ONU, António Guterres, y seguramente la doctora en astrofísica Mazlan Othman, directora de la Oficina de la ONU para Asuntos del Espacio Exterior, estaría como brazo derecho del secretario.

Por último, comentaré que Abi Loeb es el único astrofísico que desde un principio observó y estudió cada una de las «anomalías» de 3I/ATLAS, las cuales no encontraban sustento para soportar una explicación desde el comportamiento de los cometas provenientes de nuestro sistema solar, y su posición fue la de no descartar el posible origen tecnológico extraterrestre, que quizá al final del camino no lo sea, pero ante lo inusual de lo observado, la duda parece razonable. Su postura alejada del hermetismo y discurso oficial, ha merecido la crítica del oficialismo. En tal sentido cotidianamente recibe cientos de cartas de sus seguidores que manifiestan su apoyo y lo alientan a seguir informándonos sobre el cuerpo interestelar. No me quedé atrás y aquí dejo parte de mi escrito enviado a Avi Loeb hace unas cuantas semanas:     
La práctica de tus detractores se basa en un manido argumento conocido como ad hominem, literalmente “al hombre, a la persona”. Esto es, atacar a la persona, no a sus razonamientos, a sus argumentos. En pocas palabras: al desacreditar al mensajero, descalifican su mensaje. No obstante, las críticas no te alcanzan porque tus aportaciones están soportadas por mediciones hechas con nuestra parafernalia instrumental en la Tierra y en el espacio para sondear, para estudiar y comprender el cosmos. Ese es en el fondo tu trabajo. Al final del camino tiene un amplio significado ontológico. Al descifrar el cosmos nos comprendemos a nosotros mismos y valoramos así nuestra significativa presencia como consciencia cósmica. Como testigos activos del universo que se experimenta a sí mismo a través de nuestra humanidad. Las implicaciones de comprender al viajero interestelar 3I/ATLAS, probablemente tan viejo como el propio universo, desafía nuestros conocimientos sobre el comportamiento cometario, por eso la experiencia acumulada no sirve, se queda corta, para explicar al extraordinario visitante.    
A mi entender, 3I/ATLAS marcará un hito para la humanidad. Un antes y un después. Las implicaciones de su visita ya han creado una amplia red mundial de ojos que ven el universo como algo vivo, vibrante, desconcertante e impredecible. La naturaleza siempre es más imaginativa que nosotros. En esa red colaborativa que mira como niño curioso la vastedad cósmica, tu presencia ha sido un faro de luz que ha orientado y facilitado la comprensión de ese inaudito visitante interestelar. Personalmente considero que una civilización tan avanzada que nos visitara, tendría muchos propósitos, y descarto por completo la vía hostil.
A la mayoría de seres humanos los guía el cerebro reptiliano, de allí su acentuada tendencia competitiva en detrimento de un espíritu colaborativo. En realidad, observados por una inteligencia superior, seríamos seres muy primitivos. Nuestros ancestros peleaban con palos y piedras, ahora lo hacemos con drones y bombas atómicas. Cambian los arsenales, pero el propósito es el mismo, incluso más ominoso: no es vencer, sino exterminar al enemigo.
Volviendo a tus críticos y detractores, me recuerdan una reflexión que Mary Midgley(4) hace sobre James Lovelock(5) y que Patrick Harpur reproduce en su libro “El fuego secreto de los filósofos”(6):
«James Lovelock habla del escándalo que supone el hecho de que, a pesar de las sumas de dinero gastadas en satélites, globos y mediciones aeronáuticas, los científicos no habían sido capaces, sin embargo, de predecir o descubrir el agujero en la capa de ozono. En realidad sus instrumentos estaban programados para «rechazar los datos que fueran sustancialmente diferentes de las predicciones modelo. Los instrumentos detectaron el agujero, pero los que estaban a cargo del experimento lo ignoraron, diciendo: “No nos molestéis con hechos; nuestro modelo lo sabe mejor”». En este ejemplo vemos como la ciencia puede derivar en cientifismo, y convertir su mapa del mundo en el mundo».

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1 Alrededor de 67 kilómetros por segundo en el perihelio.

2 Panoramic Survey Telescope and Rapid Response System.

3 https://mediastintasslp.com.mx/2025/10/18/anomalias-del-3i-atlas/

4 Midgley, Mary, Science and Salvation: A Modern Myth and Gis Meaning, Londres y Nueva York. 1992

5 James Lovelock (26 de julio 1919 – 26 de julio 2022), fue un químico, médico, desarrollador de instrumentos científicos y autor inglés, conocido principalmente por la creación y divulgación de la hipótesis Gaia, una idea que se basa en la noción de que toda la vida en la Tierra forma parte de una entidad que regula los procesos superficiales y atmosféricos del planeta. Lovelock también fue el inventor de varios dispositivos de detección química, incluido el detector de captura de electrones (ECD). Fuente: Britannica.

6 Harpur, Patrick. El fuego secreto de los filósofos. Una historia de la imaginación. Ediciones Atalanta. 2006.


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