EL NUEVE NINGUNA SE MUEVE, NI LA ECONOMÍA.

El mes de marzo es el mes en el que conmemoramos a la mujer, no es un espacio de felicitación, sino de conmemoración en torno a las múltiples estrategias que tanto los gobiernos como la sociedad deben y debemos de llevar a cabo para erradicar los diversos tipos de violencia y sus múltiples modalidades en contra de mujeres y niñas.

El 8 de marzo invita a la acción, y en este caso el tema que visibiliza ONU Mujeres se enfoca en torno a las “Mujeres líderes: por un futuro igualitario en el mundo de la COVID-19”, y desde ese lugar debemos de destacar la plena y efectiva participación de la mujer en la vida pública, así como en la eliminación de la violencia para lograr que la igualdad.

Giselle Meza Martell

Licenciada en Derecho

Especialista en Derechos Humanos, políticas públicas, legal-gubernamental.

Certificada internacionalmente en Control de Convencionalidad, e ISO 9001:2015 e ISO 19011:2018

Es además que también en el mes de marzo se ha invitado a exigir el derecho de las mujeres a la toma de decisiones públicas, a una igual remuneración, a una distribución equitativa de la riqueza, así como a poner fin a una desigual distribución de los trabajos en casa, ya que de lo contrario significa que no se acciona a erradicar los espacios de violencia que se dan tanto en el ámbito público como en el privado.

Ante esta nueva normalidad, las mujeres la tenemos cuesta arriba, pues al afirmar que estamos en la primera línea de la crisis para hacer frente a la pandemia no es un tema menor, ya que muchas mujeres y niñas son o somos cuidadoras, innovadoras y organizadoras comunitarias, donde las acciones que tomamos no son tema menor para hacer frente a esta nueva normalidad.

Pero también dentro de lo que acontece a la realidad internacional, han surgido mujeres y niñas líderes que son ejemplo de la lucha contra las violencias, lo que implica una enorme contribución para visibilizar las cargas a las que tenemos que hacer frente no solo en el espacio público sino en el privado, triplicando y multiplicando las asimetrías en las cargas laborales, además de otras violencias.

Las mujeres, desde nuestro liderazgo hemos contenido los efectos del COVID-19 de manera tal que los impactos sanitarios, sociales y económicos se han visto dirigidos hacia un mejor puerto donde las economías ni los gobiernos lo están visibilizando, por lo que el momento es ahora para que quien amablemente está leyendo estas líneas pueda sumarse a esta lucha.

Las mujeres no somos las únicas obligadas a trabajar en casa como en diversos aspectos laborales, sino que deben de integrarse todas las personas que conforman el hogar con independencia de si son hombres o mujeres, e incluso con independencia de su edad, porque todas las personas podemos y debemos sumarnos a las tareas que implican una casa, de acuerdo a nuestras posibilidades físicas, sin distinción de género o edad.

Lo anterior es relevante porque históricamente las violencias históricas y estructurales han puesto de manifiesto que solo las mujeres y las niñas debemos de hacernos cargo sin importar nada más, bajo estereotipos de roles de género que trascienden generación tras generación, pero el momento de la pandemia debe ser ese cambio para visibilizar e irnos a toro rumbo donde se valoren los aportes de las mujeres a la economía y no solo desde un aspecto romántico.

Ya que el trabajo no remunerado que realiza la mujer en el hogar tiene un aporte fundamental en el bienestar de la población, ya que las actividades que desempañe más allá de cualquier función laboral pública o privada, sus actividades, nuestra actividades, producen bienes y servicios que no se compran en el mercado, que no emanan de ninguna línea de producción, pero que éstas generan labor económico.

Por ejemplo, el cocinar alimentos, el cuidado de las personas enfermas, el mantenimiento y limpieza del hogar, el cuidado de los niños, las cargas escolares, el apoyo a los adultos mayores o personas con alguna discapacidad, todos esos trabajos y actividades impactan horas de trabajo que tiene un valor económico y que no es menor, ya que las mujeres y niñas realizan el 76.7% del total de las actividades, lo que equivale nada mas y nada menos que al 15.6% del Producto Interno Bruto nacional, es decir, los trabajos de cuidatoriado y del hogar significan más de 41,100 pesos anuales.

Es entonces que si este 9 de marzo ninguna mujer se mueve, no debe de entenderse como una propuesta caprichosa, sino como un movimiento para visibilizar los impactos sociales y económicos que implican que una mujer deje de aportar sus actividades de día a día, pues debe de entenderse que sin nuestra participación los hogares, los centros laborales y las economías colapsan.

Finalmente es de destacar que la participación de las mujeres en sus diversas ocupaciones, en sus diversos sectores donde han de desempeñarse es incluso superior al aporte de cualquier otra actividad económica, y entender que una cuarta parte del PIB se paraliza por un día si ninguna mujer se mueve, para eso es el 9 de marzo, para dar a conocer nuestros aportes, nuestras valías como mujeres en una sociedad, nuestros roles en la comunidad.

Deja un comentario