LA NIÑEZ: LA MEJOR ETAPA DE NUESTRAS VIDAS

 Por Claudia Gómez Montealvo.

La infancia es una etapa maravillosa. No hay pasado, no hay futuro, sólo un presente que se mira con inocencia e ilusión  (Carla Montero).

Cuando somos pequeños nos gusta soñar, reír, llorar, compartir; estamos llenos de energía y entusiasmo.

Somos empáticos, construimos mundos imaginarios y derribamos fronteras, no existen diferencias entre nosotros, no percibimos la riqueza y la pobreza, la connotación del bien o el mal no profundizan en nuestra mente. ¡Somos Libres!

Siempre he afirmado que la mejor etapa de nuestras vidas es la infancia. No existe ser más puro e inocente que un niño.  Abrazamos y besamos, perdonamos y olvidamos.

Cuando somos niños, no emitimos juicios, apoyamos, siempre estamos dispuestos a tender la mano. Somos tan felices con tan poco.

No hay alma más pura y limpia que la de un niño. Las guerras están en nuestros juegos infantiles y las resolvemos siempre con la Paz.

En nuestra adultez, cuando evocamos algún recuerdo de nuestra infancia, siempre viene a nuestra alma una imagen dulce, tierna, recordamos esa etapa con nostalgia.

La carestía para un niño no existe, aunque se encuentre presente, los peques diseñan grandes mundos donde todo es posible y donde juegan con el menor recurso, desde el juguete más asombroso hasta una piedra hace inventar nuevas posibilidades de juego.

Hay muchos valores presentes: la amistad, solidaridad, gratitud, lealtad, respeto entre otros, siempre están presentes, el discurso oral es más sencillo y directo, cuando somos niños transmitimos lo que sentimos, no conocemos barreras.

Somos sencillos, no necesitamos tantas cosas materiales para disfrutar del mundo, porque no entendemos el valor pecuniario que le dan los adultos a los bienes materiales.

Cuando somos niños, solo necesitamos cariño y cuidados, y unas manos sabias que nos sepan guiar.

Como adultos hemos olvidado sonreír, dejamos de estar entusiasmados por cosas tan hermosas como cantar de un pájaro, el olor a lluvia mojada, el sonido de las hojas cuando caen de un árbol.

Cada día perdemos nuestra capacidad de asombro, no disfrutamos el día y la noche como cuando éramos pequeños y dábamos por hecho que el mañana nos deparaba sorpresas.  Cada día estamos más vacios, somos rutinarios y apáticos.

Falta observar el mundo infantil y conectarnos con nuestro niño interno… que nos haga volver a sonreír, a sentirnos vivos, construyamos nuevos mundos y derrumbemos falsos muros.

Aprendamos a soñar con la ESPERANZA…


Claudia Gómez Montealvo
Estudios de Postgrado en Ciencia Política,  Universidad de Oxford, Inglaterra.
Maestra en Administración y Políticas Públicas por el Colegio de San Luis, A.C. 
Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. 
Estudios en Derecho por la Universidad del Centro de México.
Asesora de Gobiernos federales, estatales y municipales.
Consultora de diversas legislaturas del Congreso del Estado de San Luis Potosí.
Activista de diversos colectivos y asociaciones civiles, con enfoque en derechos humanos, prevención del delito, mujeres, cultura y educación. 


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