TIERRA SEDIENTA

Marco Antonio Zárate Mancha.

 El inclemente sol de marzo
calcina la tierra brutalmente escarificada 
mientras ávida espera la providencial lluvia

En las polvorientas ramas de un estrambótico árbol
cuelgan los olvidados restos de un muñeco de trapo

El ardiente viento, 
para olvidarse del tedio vespertino,
bosqueja siluetas de polvo en el horizonte

Sobre el negro asfalto
—rostro del camino—
el reverberante calor alucina fugitivos espejismos

Todo clama por agua
La tierra tiene fiebre y está sedienta

Camino a Zacoalco, Jalisco
11 de marzo de 2006 

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