DESTINTES POLÍTICOS

DESCAFEINADOS SIN PROPÓSITOS

Por David Medrano.

A como sucedieron los casos, sus ominosos alcances, lo bochornoso del escándalo, y por muy indecente que tuvo de matiz la propuesta, la promesa priista del combate a la corrupción, junto a sus organismos creados, se diluyó en una inútil versión descafeinada. 

Cuando asumía funciones en el sexenio incipiente, Juan Manuel Carreras López ofreció muy a tono con la línea priista presidencial, la creación de un sistema local que combatiría la corrupción, propia y allegada, y que contribuyera junto a las instancias existentes -contralorías, Función Pública, organismo fiscalizador, garante de transparencia, Fiscalía Especializada-, a prevenir todos esos penosos casos vistos, lamentablemente, dentro de la administración pública. 

El paso del tiempo, en los meses sucesivos, se matizó ese compromiso en una tibia determinación de generar políticas públicas, sin propósitos.

A secas. Inútil. 

Una junta de notables, allegados al ejercicio de la función pública, estuvo como responsable de determinar quiénes debían ser los ciudadanos observadores de prevenir la ruindad. 

La promesa de que la corrupción fuese desterrada, con diques que lograran su contención oportuna, sin daños a los bienes, quedó desdibujada poco a poco, primero con una muy tardía integración de un Comité de Participación Ciudadana que rebasado en su propio frenesí protagónico, nunca tuvo ningún resultado, un acierto audaz, hasta convertirse en un organismo inoperante, extraviado en el marasmo de pretender antes, cantidades para su propia subsistencia, en vez de contribuir a un genuino propósito. 

No hubo ni asomo de prevención a la corrupción, porque simple y a secas, no se quiso cumplir con esa encomienda, en los años que atribuyen manejos irregulares en los Servicios de Salud, el CPC naufragaba en discusiones estériles, grillas absurdas para quitar y poner integrantes, pero muy alejado del ofrecimiento original. 

Lo tardío de los procesos que realizan las instancias institucionales, imposibilita que haya reacciones inmediatas y oportunas. 

Ya en funciones como gobernador, Ricardo Gallardo tuvo como si fuese un obsequio, el parapeto ideal para acusar una bochornosa corrupción que en el último día de la pasada administración, un confidente nos confesó es muy susceptible de que derive en fincar responsabilidades: mil 700 millones de pesos en gasto irregular, realizado desde los Servicios de Salud. 

Es demasiado dinero como para que nadie se hubiese percatado de tamaña anomalía, ni las instancias institucionales, ni un CPC ávido, pareciera, sólo de figurar en el encono. 

En otro extremo, con el tiempo seguro que habrá el señalamiento, la Fiscalía General de la República -no la estatal-, confirmó que la investigación de esa irregularidad, está radicada en las oficinas centrales. 

Penoso que desde el exterior, como a menudo sucede, sea como son realizadas esas indagatorias que por lo general concluyen y son conocidas, hasta que se divulga en ámbitos diferentes a los locales. 

Peor que pirotecnia mojada, es como terminó la promesa del combate a la corrupción: medicamentos embodegados, caducos, y cuyas explicaciones ofrecidas hasta hace poco, no clarifican del todo, quiénes fueron los responsables de esa ignominia. 

No extraña la tardanza de la centralización de un hospital, cuando el INSABI frunce el entrecejo por una muy rara administración, y anomalías detectadas en el gasto. 

Lo que descompone todo aún más, no es solo la inoperancia de los entes institucionales y ciudadanos, es que ante lo evidente, no sucede nada, y que el germen de la corrupción puede florecer en cualquier ámbito -hasta en los más nobles como la salud-, sin que nadie lo perciba o ataje oportunamente. 

Ni un castigo, ni un responsable. 

El sistema contra corrupción, es sólo acumulado de firmas en un membrete inútil y hueco. 

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Fea la quemada que da el gobernador Ricardo Gallardo, en su recorrido por una Casa de Gobierno en vías de convertirse en un albergue. 

Paredes vacías, clavos torcidos, espacios recubiertos de polvo pero con áreas limpísimas. Una documentación oficial obtenida todavía hace unos meses, consignaba la existencia de obras de arte con un alto valor. 

No están. 

dmedranou@gmail.com

@MEDCORP

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