LA DIFÍCIL POSICIÓN DEL VOCERO

Por Tinta Oscura.

El vocero de una institución es el rostro de ésta, es él, de una forma u otra, quien dirige o da dirección. Es diría un maestro, lo visto de la organización, de la dependencia.

El vocero es visto, es escuchado, su imagen nos dice en ocasiones mucho más que sus palabras, pero sus palabras es lo que nos dice la institución y lo dicho puede o cambia en muchas ocasiones la intención de lo que en el fondo quería o pretendía poner en común, primero con los representantes de los medios, después que éstos transmitan lo informado a sus audiencias, lectores, finalmente a la sociedad.

Así a través del vocero llega la información a los medios y al público y el reto es enorme, pero si hay un error no se perdona, como tampoco las mentiras y algo que duele y cala hondo son las amenazas.

Esto último fue lo que nos transmitió el vocero de Seguridad Pública estatal,  cuando vía un video se advierte a los potosinos, a los usuarios de las redes sociales, (medio abierto y que presume de no ser censurado) que se espiará, vigilará a quienes transmitan imágenes o información violenta.

En pocas palabras Seguridad Pública se convertirá en el “Gran Hermano” de las redes sociales, como el gran espía, el ojo visor de lo que se diga y publique a través esas redes y que muestren hechos, acontecimientos, imágenes de violencia y a quien lo haga se le castigará.

De esa violencia que día a día aparece en la calle, en la carretera, en el centro comercial, en cualquier parte, como hoy la vivimos.

Son hechos cotidianos de los cuales no solo los llamados medios de comunicación dan cuenta a través de sus páginas de internet, en los impresos, en la radio o la televisión. Son hechos que también da cuenta el ciudadano que a través de su celular logra captar el momento en que acontece.

Frente a esto no vale la amenaza que pretende censurar y menos cuando no hay delito que perseguir, pero se amenaza con rastrear y castigar, eso es lo que no se vale, mucho menos de una instancia gubernamental. Eso es lo que el vocero debe de cuidar.

Así, amenazando, asustando, se quiere que los usuarios de las redes sociales no difundan o promuevan contenidos  que aborden hechos delictivos, de violencia que se den en la entidad.

Quiero pensar que se pretendió iniciar una campaña que invitara a no presentar imágenes e información violenta, pero el uso de las palabras no fue el adecuado, no se convidó al receptor, se le amenazó y ése fue el error.

El vocero debió matizar lo dicho y hacer valer su posición de rostro de la institución, de imagen, traducir lo que el organismo le ordenó, de tal forma que no se sintiera como una amenaza. Si se hubiera pedido la colaboración el sentido habría cambiado.

Si se hubiera dicho que abstenerse de difundir los hechos violentos abona más a lo que pretenden los delincuentes, quizás la reflexión, la respuesta social pudo ser otra y no como se sintió: la autoridad me amenaza, coarta mi libertad, pretende intimidarme, al final amenazar a alguien sugiere la intención de hacerle un mal.

El compromiso del vocero es defender la credibilidad, darle a la sociedad información que necesita, generar un entorno que abone a la reconstrucción del tejido social, no que ayude a que se sienta amedrentada, ya bastante tiene con la violencia que se vive día a día.

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