CAMBIO DE PARADIGMA

Por  Marco Antonio Zárate Mancha.

“El mundo es nuestro, somos sus dueños y seguirá siendo nuestro. En cuanto al ejército del trabajo, ha estado en el barro desde el comienzo de la historia y yo interpreto la historia como es preciso. En el barro quedará mientras yo y los míos, y los que vendrán después de nosotros permanezcamos en el poder. He aquí la gran palabra, la reina de las palabras: ¡El poder! Ni Dios ni Mammón, sino el Poder. Dele vueltas a esta palabra en su boca hasta que se le escueza: ¡El Poder!”

Jack London. El Talón de Hierro1

“Cada uno alcanza a ver la verdad que es capaz de soportar”.

Jacques Lacan

Una exploración a la visión del imperio plutocrático 
Si en pasado texto abordamos los cambios experimentados por la humanidad de acuerdo con la esquematización de Alvin Toffler y su libro “La tercera ola”, ahora nos detendremos, en la medida del espacio y paciencia del probable lector, para hacer un apretado y ciertamente limitado recuento del pensamiento plutocrático que a ultranza busca imponerse bajo el pretexto de la emergencia sanitaria que está a un tris de convertirse en dictadura sanitaria (chips de identidad con datos biométricos, pasaporte sanitario internacional, cartilla sanitaria, o cualquier nombre que se quiera dar… todo con la finalidad de poder rastrear a los ciudadanos que es a final de cuentas lo que se pretende: Control total), bajo el supuesto virus SARS-CoV22, causante de la Covid-19, que por cierto ningún laboratorio del mundo ha podido aislar y solo se conoce su secuencia genómica por modelos computarizados que abonan a su versión quimérica3 (virus creado en laboratorio bajo la modalidad de ganancia de función4, con las implicaciones legales que ello implica por todos las reacciones adversas causadas, así como muertes). Este trillado argumento es el Caballo de Troya para construir una nueva sociedad, muy distinta a las anteriores y, de acuerdo con varios autores, la inminente Cuarta Revolución Industrial, 4RI, encierra el concepto de Transhumanismo que poco a poco iremos desentrañando.

Pero, ¿Cómo es posible que más allá de los Estados-Nación haya un supra poder que haya desafiado el statu quo precedente con todas sus imperfecciones y tenga los tamaños para imponer desde el Olimpo plutocrático su visión de un mundo literalmente a sus pies? 

Antes que nada, pondré un ejemplo muy sencillo para comprender la brutal concentración de poder económico y financiero que ha acumulado la élite mundial. El minúsculo grupo detrás de todo el andamiaje de la dizque pandemia. 

La mayoría de nosotros en sus mocedades jugó con el tablero de “El Turista” o su versión “Monopoly”. Como recordarán, todos los jugadores reciben inicialmente la misma cantidad de dinero para compra de propiedades y otros bienes que, a medida que el juego avanza van progresivamente acrecentando o perdiendo su capital inicial y, en la medida que pierden dinero para jugar, simplemente abandonan la partida. Desde luego, cada vez que un jugador pierde hay otro que gana. Hay, por tanto, solo dos jugadores al final. Cuando finalmente uno gana, el juego termina. El dueño de todo ya no tiene con quien seguir jugando. Pero, “El Turista” es solo un juego. Termina y, en su caso, únicamente habrá reforzado el ego triunfante del ganador. Pero, en la vida real, ¿cómo es posible que algunas personas o familias hayan conseguido amasar fortunas tan enormes que ni siquiera aparecen en revistas como Forbes? A continuación aventuraremos, con el virtual Hilo de Ariadna, una respuesta argumentada con algunos soportes históricos que permitan llegar a ciertas conclusiones.

En el tablero mundial, los plutócratas cada vez más aumentan su patrimonio por una brutal concentración de poder económico capaz de comprar todo, incluso gobiernos completos, tal y como lo señala Naomi Watts en su trabajo: Ten Steps to Fascism: Authoritarianism in a Pandemic5

A medida que los estadounidenses se alejan tranquilamente, sintonizados con las compras por Internet y American Idol, los cimientos de la democracia se están corroyendo fatalmente. Algo ha cambiado profundamente y nos debilita sin precedentes: nuestras tradiciones democráticas, un poder judicial independiente y una prensa libre hacen su trabajo hoy en un contexto en el que estamos “en guerra”, en una “guerra larga”, una guerra sin fin, en un campo de batalla descrito como el mundo, en un contexto que otorga al presidente, sin que los ciudadanos estadounidenses se den cuenta todavía, el poder sobre los ciudadanos estadounidenses de la libertad o el encarcelamiento solitario prolongado. Solo con su consentimiento.

Para contextualizar los que nos transmite Naomi Watts, ella se refiere a los eventos que se desencadenaron a partir de la muy sospechosa caída de las Torres Gemelas, en donde el edificio World Trade Center 7 se colapsó sin que haya sido tocado por ninguno de los dos jets que “golpearon” los dos edificios principales. Como recordarán, George W. Bush, presidente de EEUU a la sazón, adoptó una serie de medidas restrictivas en los aeropuertos de su país, que pronto se replicaron en todas las demás naciones. Además, se creó un enemigo que podría estar en cualquier país los terroristas, lo que dio pie a que ese país y sus aliados (gatos) de la Organización del Tratado Atlántico Norte, OTAN, invadieran Irak y comenzarán una aventura bélica por varios países árabes. A juicio de Bush, al no tener territorio específico, los terroristas pueden estar agazapados en cualquier lugar y eso para los intereses norteamericanos es motivo suficiente para perseguirlos sin descanso y con toda la fuerza de la ley, que desde luego es la del más fuerte. La ley de la selva, pues. Dicho sea de paso los grandes negocios que dicen defender, ya no pertenecen a ningún país, sino que los países pertenecen a la plutocracia mundial que es lo que nos dice Naomi Watts y por tanto hacen guerrear a las naciones para dizque defender sus “intereses, su democracia y sus libertades”, pero en realidad lo que se está defendiendo son sus negocios y se ataca cualquier obstáculo que detenga la voraz, la insaciable acumulación).   

Leamos ahora a Carlos Fazio, en su interesante artículo ¿Conspiparanóicos o seudociencia y biofacismo?6, en que también cita a Naomi Wolf y, de alguna forma, reafirma lo que sostenemos en este escrito:

Estados Unidos transita ya el ‘décimo’ de los 10 pasos hacia el fascismo: el Estado ha fusionado al gobierno con las megacorporaciones financieras, tecnológicas y farmacéuticas de una manera similar al fascismo italiano, utilizando la crisis sanitaria como vehículo para justificar la supresión/abolición de los derechos humanos inalienables y civiles; pero no es sólo una guerra contra la libertad sino contra los seres humanos.

Esa fusión que señala Naomi Wolf ha sido posible por lo que describe ahora otra Naomi: Naomi Klein7:

[…] décadas de desregulación en las que, en definitiva, se legalizó el soborno, con torrentes de dinero de las corporaciones inundando la política.

“Es absolutamente cierto que el sistema está corrupto. […] Y la gente lo sabe. Sabe que la reescritura de las reglas en favor de un reducido grupo de intereses corporativos y del 1% ha sido un proceso bipartidista; que fue Bill Clinton quien desreguló la banca, preparando el escenario para el colapso financiero de 2008, y que fue Obama quien decidió no procesar a los banqueros, y que, con casi total seguridad, la candidata demócrata (Hillary Clinton) que compitió con Trump no habría actuado de otra forma”.    

En el próximo escrito haremos una revisión a la evolución, a la historia del pensamiento plutocrático, para comprender los resortes que mueven a esta élite que, por cierto, son insaciables hasta la insaciabilidad.   

La aventura de la pandemia es no perder de vista el Caballo de Troya, el pretexto utilizado desde el poder para imponer una dictadura sanitaria que ya nos ha hecho perder muchas libertades y rituales que dan esencia a nuestra humanidad. Un ejemplo que pondría Byung-Chul Han: Ya, bajo las autoritarias e inservibles restricciones sanitarias, no hemos velado, ni podemos velar a nuestros muertos de acuerdo a nuestras ancestrales tradiciones, a nuestros rituales. Nos leeremos en próxima entrega.

1 Jack London. El Talón de Hierro. Libros Hiperión. 1976. Pág. 76.
2https://escritoresyperiodistas.com/Naird/index.php/2020/10/24/el-virus-que-no-esta-ahi-la-secuenciacion-genetica-y-el-truco-de-magia/
3https://blog.nomorefakenews.com/2020/10/08/the-smoking-gun-where-is-the-coronavirus-the-cdc-says-it-isnt-available/
4 Una investigación quimérica de ganancia de función consiste en tomar ciertas partes de un virus al que agregan artificialmente partes dañinas de otros. En resumen, configurar un Frankenstein.
5 https://www.theguardian.com/world/2007/apr/24/usa.comment
6 https://www.jornada.com.mx/2021/05/03/opinion/015a1pol
7 Naomi Klein. DECIR NO NO BASTA. Contra las nuevas políticas del shock por el mundo que queremos. Paidós. 2017. Pág. 58.


Marco Antonio Zárate Mancha

Estudió ingeniería mecánica en la Universidad Michoacana. En sus inicios trabajó en el Grupo ICA. Posteriormente colaboró en la Secretaría de Programación y Presupuesto, en el Sistema Alimentario Mexicano de la Presidencia de la República. A su paso también se ha desempeñado en la Canacintra México, en el programa TIPS de Bancomext, en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, en el Gobierno de Michoacán y en el municipal de San Luis Potosí. Ha sido y es empresario y esporádicamente ha colaborado en diversas publicaciones impresas y electrónicas, como: Quadratín, Homozapping, revista AM Blues, Alternauta, Revista Transformación de Canacintra y Fórum Financiero, entre otros.


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