Recargada sobre mullidos cojines Yacías sentada en tu cama La luz de la habitación apenas se insinuaba por el ojo incandescente de un breve reflector Nos habíamos relajado hasta la confortable comodidad de la mutua confianza del uno frente al otro Me mirabas desde tu habitual sosegamiento Pulsé el botón y un breve silencio fue el preludio de Crying Del solitario violín de Sugar Cane Harris Surgieron los lamentos y se comenzó a llenar la habitación de música Después se incorporó el hipnótico bajo de Larry Taylor Tardaron en reunirse la melancólica voz de John Mayall y la Incomparable guitarra del maestro Harvey Mandel La música nos avasalló y terminamos siendo uno en la inmensa noche Los cuerpos perdieron sus fronteras y mutuamente nos llenamos El blues nos acompañó en ese viaje al centro de nosotros mismos Cuando se pierden todos los límites se vive la libertad
Marco Antonio Zárate Mancha
2011, SLP
