DESTINTES POLÍTICOS

COHETERÍA DE MOMENTO

Por David Medrano

En septiembre de 2015 Juan Manuel Carreras asumía funciones como gobernador priista, lo hizo con el ofrecimiento de crear en SLP, un remedo de sistema contra la corrupción, con el que esas prácticas funestas dentro de la administración pública, quedarían erradicadas por completo. No funcionó. Ni en lo mínimo. Con ello quería sacudirse el bochorno y la estampa que años atrás, embarraron al ex presidente Enrique Peña Nieto, cuyo escándalo de La Casa Blanca, la millonaria propiedad resultado de corruptelas, le plasmó al Partido Revolucionario Institucional la estampa de ser uno sumamente corrupto en las funciones públicas.

Si tal Sistema Estatal quedó constituido, nunca se le vieron resultados, se convirtió en un mazacote de instituciones, según, en funciones para atajar la corrupción y generar política pública, dentro de la que desde luego, debiese incorporar sanciones ejemplares.

Nada de eso, ese grupo articulado cayó dentro de las mismas fallas, y en algunos casos encubrió corruptelas, en otros, hizo lo posible por desvanecerlas y tratar de ofrecer una imagen de administración pública, sin mácula alguna.

El denominado Comité de Participación Ciudadana del SEA, si se constituyó íntegro en algún momento, tampoco hizo mucho por prevenir los actos de corrupción, más bien, se extravió entre conflictos de víscera de sus integrantes, afanes protagónicos, y el marasmo de la parte oficial que los ninguneó casi siempre.

La administración gubernamental de Ricardo Gallardo, desde antes de concluir el sexenio pasado, en más de una ocasión denunció la serie de corruptelas, anticipaba en cierta forma, si encontraba como lo hizo, las transas y hasta mezquindades -gravísimo el caso del Hospital Central-, quedaría documentado y se procedería como lo han hecho hasta ahora, con ex funcionarios de JMCL procesados.

Carreras lanzaba una proclama triunfalista en septiembre de 2015, en la cruzada contra la corrupción. Gallardo actuó, y se esmera en que sea patente, no habrá tolerancia. Aún hay al menos una decena de denuncias que desahoga la Fiscalía General del Estado. Otras más, en la Contraloría de Gobierno.

Es otra narrativa, diferente a la de la sanción penal, pero a como está el panorama, no es distante que también haya una decena o más de ex funcionarios públicos que queden inhabilitados, para desempeñarse en funciones.

A un par le siguen la pista, con esa intención.

Por la razón que haya sido, pero que preconiza colusión o un desentendimiento pueril, Carreras no quiso activar la Ley Anticorrupción que él mismo ofreció articular en SLP, lo que lo volvería más responsable.

A varios sorprendía que adoptara posturas de no querer saber nada del comportamiento de su propia administración, convertida en estercolero, en burla descarnada, en el absurdo del no pasa nada, cuando era lo contrario. 

Las cantidades millonarias, sea uno o varias decenas, calculadas como resultado de la corrupción, son una referencia numérica. No podría estimarse en cifras el costo de la bobería irredenta, la majadera complicidad, o la infame complacencia. 

Se prometió como un sistema que coadyuvaba al crecimiento democrático y de la transparencia, pero quedó en meros artilugios de la propaganda oficial y cohetería de momento. Nunca se quiso, así lo demuestran las recientes detenciones, un intento por no ser corruptos. 

Se les presentó en el sexenio pasado, la primera oportunidad, y de inmediato se fueron a llenar los bolsillos, a coste de lo que fuese. 

Un sistema inútil, disléxico, inoperante desde el inicio, poco podía esperarse de desterrar la corrupción, en un gobierno priista, cuyo siglado se consolidó en el paso de los años, como sinónimo. 

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En el nuevo frenesí que le ha imprimido a la reactivación económica, el semáforo verde permanente, la entidad potosina adquiere un nuevo matiz al que le puede sacar mucho provecho, el desarrollo económico. 

Guanajuato vive en un boom de la industrialización, pero atraviesa por un gravísimo problema de inseguridad, por el que se coloca como una de las entidades más violentas, junto a Zacatecas. 

Nuevo León es uno de los motores económicos, pero como se ha visto, arrastra severas deficiencias: la falta de agua. 

Mientras que en el caso de Querétaro, con mejores indicadores en ambos aspectos, sin embargo denota desigualdades muy profusas, no a niveles de crisis social, pero que empiezan a pasar la factura, en los servicios, cada vez más caros, la saturación de la infraestructura. 

Dentro de la región Bajío, San Luis Potosí se asoma como un espacio que puede ser sumamente llamativo a la inversión. 

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En SLP, conflictos, otra vez, en el Partido Acción Nacional. No acaba el transfuguismo, ahora, más cercano al Verde Ecologista de México. 

dmedranou@gmail.com 

@MEDCORP


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