AGONIA PLANETARIA

Por Marco Antonio Zárate Mancha.

Recién el pasado 5 de junio se celebró el día Mundial del Medio Ambiente. Muy poco se ha hecho para sanear nuestra hermosa casa, nuestra única casa planetaria. El epígrafe, como se verá, es de larga data. Más de 50 años han pasado en que se publicó y seguimos empeñados en destruirnos, porque al descuidar a nuestra Tierra-Patria1, como la llamó Edgar Morín, nos descuidamos a nosotros mismos. El presente escrito se publicó en la revista República 16, en su edición del 20 de mayo de 2007 (Año 01 No. 3). Se reproduce en este espacio, 15 años después, para observar que poco, muy poco se ha hecho efectivo para cambiar el comportamiento del ser humano para con su hogar. Y no habrá cambio, mientras el salvaje sistema de producción dominante no se trastoque a profundidad. 

El hombre —al parecer— se ocupa de hacer inhabitable
su planeta-patria, el Mundo, del que vive y en el que vive,
envenenándolo, agostándolo, apestándolo y destrozándolo.
Jürgen Voigt2

En 1962 la bióloga norteamericana Rachel Carson publicó «La primavera silenciosa», un libro que alertó sobre el fenómeno gradual pero continuo que año tras año volvía más silenciosa esa estación del año, pues aves, insectos y demás fauna silvestre enmudecía el «rumor de alas y de crótalos», como dijera el poeta Octavio Paz. La obra en su momento fue pionera del movimiento ecologista y aunque tachada de alarmista, el tiempo le ha dado la razón. No es para menos, hace ya casi el medio siglo la obra evidenciaba el gran daño ecológico ocasionado a la tierra, el agua y el aire debido al uso indiscriminado de pesticidas, herbicidas y demás parafernalia biocida. Hubiera valido la pena tomar muy en serio las señales que Carson advirtió sobre el deterioro del entorno producto de la actividad humana.

Hoy sabemos que día a día desaparecen por la acción deliberada del hombre cientos de hectáreas de selva en la Amazonia y con ellas flora y fauna prácticamente irremplazable y en algunos casos incluso sin haber sido clasificada. Las superficies arrebatadas a ese enorme pulmón del mundo sirven para ganadería extensiva, pastizales y para cultivos comerciales en suelos no aptos para tales usos. Mientras los árboles derribados son mayormente transformados dentro de la insaciable industria de la celulosa y del papel. El ecocidio, la devastación, en esa zona austral del planeta no tiene parangón en la breve historia del hombre sobre un planeta con una edad cercana a los 5 mil millones de años. 

Pero no sólo es la Amazonia, también son los incendios cada vez más grandes, más frecuentes, y de consecuencias devastadoras en distintas partes del planeta. Son también las lluvias intensas -producto de ciclones y huracanes- que se precipitan sobre laderas antes recubiertas con bosques, selvas y en general vegetación que amortiguaba la caída del agua y que ahora sin tener nada que la frene provoca deslaves que arrasan con todo lo que se encuentra a su paso, casas, animales, personas, árboles, sin dejar más nada que enormes pilas de lodo, escombros y cadáveres en estado de putrefacción. En otras zonas las torrenciales lluvias inundan lo mismo áreas de cultivo, que comunidades enteras dejando cuantiosas pérdidas para agricultores y en general para los pobladores de las zonas bajo el agua que en unas cuantas horas pierden todo su patrimonio. Se suman a este espectro de calamidades climatológicas poderosos y devastadores tornados.

Posiblemente no todo está perdido. Para estudiar el fenómeno del calentamiento global en 1988 se constituyó el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas (PICC) a iniciativa del Programa de Medio Ambiente de la ONU y de la Organización Meteorológica Mundial. En el PICC confluyen científicos de más de 100 países del mundo. Después de varios años de trabajos concluyen que «el cambio climático es como un tren que ha tomado la salida, y no se podrá parar en siglos3» y sentencian: «El hombre sólo puede adaptarse a ello, sobre todo en lo que se refiere al incremento del nivel del mar y el impacto que eso tendrá en las islas», por citar fenómenos de alta repercusión.

¿Cuáles son los efectos que el cambio climático tendrá sobre el planeta? Los expertos vislumbran algunas consecuencias: un tercio de las especies animales y vegetales corre el peligro de extinguirse; el aumento en el nivel de los mares-producto del deshielo de los casquetes polares- situará en grave riesgo cientos de millones de personas situadas en zonas de litorales; se pondrán en peligro zonas de manglares (verdaderos laboratorios de vida marina) y la elevación de la temperatura de los mares podría dañar a los arrecifes coralinos; se extenderán las zonas desérticas al perderse zonas de cultivo y habrá escasez de agua en amplias superficies de la Tierra. De acuerdo con los científicos, la sequía y el deshielo de los glaciares dejarán sin agua dulce a más de 1.000 millones de personas, mientras en otras regiones sufrirán fuertes trombas e inundaciones; el elevado nivel de dióxido de carbono causa que muchas especies de plantas produzcan más polen, lo cual podría tener consecuencias inesperadas para grandes regiones del planeta. En tal sentido podrían incrementarse las alergias, situación que se ha constatado al tenerse registro de aumento en pacientes con asma; la UNESCO alerta sobre la pérdida de patrimonio de la Humanidad.

Pero, ¿qué hacer ante tales predicciones apocalípticas? Los expertos del PICC con su segundo informe dado a conocer el pasado mes de abril, han logrado atraer la atención de los gobiernos más poderosos del planeta para concientizarlos acerca de la magnitud del problema y aunque éstos han influido para suavizar los reportes de los científicos (el equivalente a 20 hojas del informe final de mil 400 páginas fueron recortadas por asesores políticos de EEUU, China, Rusia y Arabia Saudí), la alarma planetaria ha cundido entre grandes capas de la población mundial y prácticamente no pasa día sin que la prensa y las agencias de noticias informen sobre catástrofes relacionadas con el fenómeno o acerca de discusiones sobre el tema.

El tercer informe del IPCC, que se prevé dar a conocer en mayo próximo, se centrará en la elaboración de un paquete de estrategias y medidas para reducir el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero y la temperatura, mientras que un cuarto informe, previsto para noviembre, resumirá todos los resultados. 

Los retos son enormes. Quizá debiéramos repensar la Tierra, nuestro hogar y único planeta conocido que puede sustentar la vida tal como la conocemos. Leamos a Morin4

"Debemos basar la solidaridad humana ya no sobre una ilusoria salvación terrestre, sino sobre la consciencia de nuestra perdición, sobre la consciencia de nuestra pertenencia al complejo común tejido por la era planetaria, sobre la consciencia de nuestros problemas comunes de vida o de muerte, sobre la consciencia de la situación agónica de nuestro fin de milenio. 
La toma de consciencia de la comunidad de destino terrestre debe ser el acontecimiento clave del fin del milenio: somos solidarios con este planeta, nuestra vida está ligada a su vida, debemos acondicionarlo o morir. 
Asumir la ciudadanía terrestre es asumir nuestra comunidad de destino (...) En adelante tenemos que aprender a ser, vivir, compartir, comunicar, comulgar como humanos del planeta Tierra. No ya, solo, a ser de una cultura, sino a ser terrenos."

1  Edgar Morin y Anne-Brigitte Kern. Tierra-Patria. Kairós. 2005. 
2 Jürgen Voigt. La destrucción del equilibrio ecológico. Alianza Editorial. 1971. P. 10
3 Actualización: El que escribe no está de acuerdo con las conclusiones de los científicos. Habría en ellos un pensamiento colonizador o colonizado por las élites dominantes, toda vez que el modelo de producción planetario es el capitalismo salvaje donde todo, y al decir todo es todo, es comercializable. No lo creo. La dignidad y libertad humanas no considero que lo sean, aunque haya quienes vendan su alma al “diablo”. Hay en el pensamiento de los científicos cierto fatalismo, en que no es posible que el hombre pueda cambiar su sino. En ese pensamiento permea, entonces, que el hombre es un ser inconsciente. Incapaz de trastocar tu destino fatal.   
4 E. Morin, op. Cit. Pp. 224 – 225


Marco Antonio Zárate Mancha

Estudió ingeniería mecánica en la Universidad Michoacana. En sus inicios trabajó en el Grupo ICA. Posteriormente colaboró en la Secretaría de Programación y Presupuesto, en el Sistema Alimentario Mexicano de la Presidencia de la República. A su paso también se ha desempeñado en la Canacintra México, en el programa TIPS de Bancomext, en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, en el Gobierno de Michoacán y en el municipal de San Luis Potosí. Ha sido y es empresario y esporádicamente ha colaborado en diversas publicaciones impresas y electrónicas, como: Quadratín, Homozapping, revista AM Blues, Alternauta, Revista Transformación de Canacintra y Fórum Financiero, entre otros.


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