DISQUISICIONES SOBRE LA NECESIDAD DE UN NUEVO MODELO ECONÓMICO (EPÍLOGO).

Hoy nos encontramos en la transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas.

Es la información, no las cosas, la que determina el mundo en que vivimos.

Ya no habitamos la tierra y el cielo, sino Google Earth y la nube.

El mundo se torna cada vez más intangible, nublado y espectral.

Nada es sólido ni tangible.

Byung-Chul Han

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida.

Tanto le importa un trozo de nuestra tierra como otro cualquiera,

pues es un extraño que llega en la noche a arrancar de la tierra aquello que necesita.

La tierra no es su hermana, sino su enemiga y una vez conquistada la abandona,

 y prosigue su camino dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle nada.

 Roba a la tierra aquello que pertenece a sus hijos y no le importa nada.

Tanto la tumba de sus padres como los derechos de sus hijos son olvidados.

 Trata a su madre, la tierra y a su hermano, el cielo,

como cosas que se pueden comprar, saquear y vender,

como si fuesen corderos o collares que intercambian por otros objetos.

 Su hambre insaciable devorará todo lo que hay en la tierra y detrás suyo dejarán tan sólo un desierto[i].

Por Marco Antonio Zárate Mancha

Las ciudades modernas un modelo a discutir

A lo largo de esta serie de escritos, abordamos someramente la crisis de los sistemas económicos, capitalista y socialista. Analizamos la inhumana voracidad del sistema financiero internacional basado en un sistema monetario sin controles y que a falta de éstos, imprime papel moneda a discreción y fija tasas de interés a conveniencia; ese sistema basado en la “fiducia”, confianza, ha dado pie a una acumulación financiera en muy pocas manos (los mismos que producen el dinero); concentración que no tiene parangón en la historia de la humanidad.

Apuntábamos que el senador demócrata de EEUU, Bernie Sanders, alertó a principios de este 2022 sobre el enorme riesgo que se cierne sobre la economía de su país y de la civilización entera, por la avaricia y usura del insaciable sistema financiero que actúa sin contrapeso efectivo que lo desafíe. El asambleísta exhibió que tan solo 3 empresas administradoras de Wall Street (BlackRock, Vanguard y State Street) manejan inversiones equivalentes al 92% del PIB de EEUU y advierte[i] que:

“Estas administradoras masivas de fondos de inversión, junto con las firmas de fondos de capital privado, […] “fondos buitre”, también controlan aproximadamente 50 por ciento de los periódicos del país. La toma de empresas por estos fondos de capital privado, han resultado en la anulación de casi 1.3 millones de empleos, el cierre de más de 20 mil tiendas, y al controlar cada vez más el mercado de bienes raíces en las ciudades, han elevado las rentas por hasta 30 por ciento”.

Observamos también que las deudas de los Estados y la rampante corrupción han dejado a las naciones sin activos productivos que han vendido al capital y, en síntesis, las distintas naciones cada vez tienen menos recursos para atender las crecientes demandas de sus poblaciones y se obligan a buscar préstamos y ese círculo vicioso tiene a muchos países prácticamente postrados y a merced del sistema financiero.

En ese contexto de estrechez financiera y de redefinición de prioridades qué atender, los Estados han venido descuidando muchas responsabilidades, una de ellas es invertir en el campo, en el desarrollo del medio rural. Ese criminal descuido u omisión, ha provocado una gran disparidad entre el medio urbano y rural; el abandono de este último tiene efectos negativos directos en las grandes ciudades que crecen sin control y sin orden.

En el informe de Oxfam[ii], se cita a Armando Bartra:

“Lo que enfrentamos en México es la erosión generalizada del mundo rural. Un curso prolongado y multidimensional de deterioro, degradación y desarticulación con momentos agudos delimitados en el tiempo y el espacio (…) Erosión en curso, que de no rectificarse a tiempo, avanza hacia una crisis general provocada por la combinación de múltiples conflagraciones puntuales, estallando de manera simultánea y retroalimentándose.”  

Para las distintas administraciones que ha tenido el país, desde siempre el campo ha estado presente… al menos en el discurso. En las décadas 50’s, 60’s, 70’s y principios de los 80´s la población rural fue uno de los brazos corporativos del régimen priista, pero solo servía para abultar mítines y manifestar respaldo a los candidatos del viejo PRI.

El crecimiento del sector industrial en el país fue subvencionado de múltiples maneras por el campo mexicano. Ese incesante e histórico saqueo hizo que nuestro campo dejara de ser rentable y poco a poco los jóvenes campesinos fueron abandonando sus campos de labor por actividades más lucrativas en las ciudades —una decisión por demás racional—, o de plano emigraban a los vastos campos de EEUU.

Un país que abandona su campo, es un país sin futuro… Volvamos al informe de Oxfam:

“Los costos de la modernidad se desprenden del dominio de los seres humanos sobre la tierra. Las actividades humanas han causado y van a seguir causando una pérdida en la biodiversidad debido, entre otras causas, a cambios en el uso y la cubierta de los suelos; la contaminación y degradación de los suelos y de las aguas; la contaminación del aire; el desvío de las aguas hacia ecosistemas intensamente gestionados y sistemas urbanos; la fragmentación del hábitat; la explotación selectiva de las especies no autóctonas, y el agotamiento del ozono estratosférico, de tal manera que el impacto de estas consecuencias será irreversible.

“Aunado a lo anterior, la desertificación, la deforestación, la sobreexplotación de suelos y agua y la contaminación del aire han creado políticas explosivas en el medio rural debido a la lucha por el territorio, que se vincula con otros factores de tensión social y política en las comunidades campesinas”.      

Pareciera pues, que habría objetivos ocultos en la política económica de las distintas administraciones gubernamentales que paulatinamente se han desentendido de su enorme responsabilidad para con el campo mexicano; los presupuestos federales cada vez son menores… Las consecuencias del abandono son: envejecimiento de la población (ya no hay jóvenes, solo viejos y niños); baja rentabilidad de la actividad rural; abandono de campos de labranza por los jóvenes; alta migración en busca de mejores oportunidades en las ciudades… A todo ello, ahora se suma el flagelo de la violencia del crimen organizado y la migración forzada (v.gr. Aguililla, Michoacán), que ya es un tema de preocupación para el país.  

Algo no va bien en México y no es de ayer. Ya es más de medio siglo de políticas equivocadas en el campo. Las consecuencias están a la vista. El desamparo del campo paulatinamente va engrosando las áreas periféricas de las ciudades, lugares en donde se lucha por el suelo, se ceba la delincuencia y la inseguridad y donde medran los desarrolladores de vivienda popular…

El fenómeno del crecimiento de la población urbana se aceleró en los años 50’s y ya para los 60´s, la población de EEUU residente de áreas urbanas, representaba 70%. En septiembre de 1965, la revista Scientific American[iii], publicó un número especial dedicado a La Ciudad. Fue tal el éxito de ese tiraje, que la dirección de la revista tomó la decisión de publicarlo en forma de libro.

El fenómeno urbano presentó una serie de retos dadas las múltiples necesidades que planteaban las ciudades:

“La aparición de una nueva forma —de una forma básicamente nueva— de asentamiento humano es un acontecimiento extremadamente raro en la historia de la humanidad. Porque por espacio de cinco mil años —como mínimo—, todas las civilizaciones que han existido se han caracterizado por dos únicos tipos —predominantes y bien definidos— de asentamiento: el pueblo rural y la ciudad. Hasta no hace mucho, la gran mayoría de la población había estado viviendo en pueblos y aldeas. Dichos núcleos de población producían no solamente sus propias materias primas —alimentos, combustibles y fibras vegetales—, sino también los artículos manufacturados y los servicios. Las ciudades estaban habitadas solo por una exigua minoría de la población total; minoría que no representaba, generalmente, más que 20% de dicha población y que estaba constituida por la élite gobernante —los jefes religiosos, políticos, militares y comerciales— y la mesnada de peones, artesanos y profesionales que les servían. La élite obtenía sus medios de subsistencia y su potencialidad gracias al trabajo de los villanos, mediante la percepción del diezmo, exacciones y rentas. Tal sistema prevaleció hasta finales del siglo XVIII; y su filosofía fue reflejada —y bien definida— por los fisiócratas de aquel tiempo de ambos lados del Atlántico, entre los que hay que contar a Thomas Jefferson.  

“La revolución industrial invirtió dramáticamente los términos de la distribución de la población entre pueblo y ciudad. Un contemporáneo de Jefferson, el alemán Justus Moeser previó, desde el principio mismo de la revolución, lo que iba a suceder al anotar que la <división especializada del trabajo obliga a los trabajadores a vivir en las grandes ciudades>”.

El continuo agigantamiento de las grandes ciudades en su grado de exacerbación se le llama metropolización. Llegados a estos estadios, las grandes concentraciones humanas demandan más y más recursos presupuestarios, ya no solo para seguir creciendo, sino para mantener las estructuras operativas que las hacen medianamente funcionales.

Aunque la población metropolitana piensa que “vive”, la verdad es que las ingentes concentraciones humanas son solo gigantescos dormitorios donde la gente de lunes a viernes pulula como atareada hormiga que del trabajo va a su oficina y de su oficina al trabajo. Aunque de alguna manera ahora el tele trabajo y la tele escuela hayan paliado ese ajetreo, la verdad es que esos esquemas coadyuvarán un poco a disminuir el tráfico en las megalópolis, pero el gran problema de las ciudades es su deshumanización. En este punto citaremos un clásico, Byung-Chul Han[iv]:

“Hoy el capital lo somete todo. ‘Lifetime value’ significa la suma de los valores que se pueden obtener de un hombre considerándolo como cliente si se comercializan todos los momentos de su vida. La persona humana queda reducida aquí al ‘customer value’ o al valor del mercado. Este concepto se basa en la intención de transformar a la persona entera, toda su vida, en valores puramente comerciales. El hipercapitalismo actual disuelve por completo la existencia humana en una red de relaciones comerciales. Ya no queda ningún ámbito vital que no esté sometido al aprovechamiento comercial. El hipercapitalismo convierte todas las relaciones humanas en relaciones comerciales. Despoja al hombre de su dignidad reemplazándolo por completo por el valor del mercado.

“En el mundo actual se ha perdido todo lo divino y festivo. Se ha convertido nada más que en unos grandes almacenes. Lo que se suele llamar ‘sharing economy’ o consumo colaborativo, nos convierte a todos nosotros en vendedores a la búsqueda de clientes. Llenamos el mundo de cosas con una duración y una validez cada vez más breves. El mundo se asfixia en medio de las cosas. Estos grandes almacenes no se diferencian esencialmente de un manicomio. Parece que tengamos todo, pero nos falta lo esencial: el mundo. El mundo ha perdido la voz y el habla; es más ha perdido el sonido. El ruido de la comunicación ha sofocado el silencio. La proliferación y la masificación de las cosas ha desplazado el vacío. Cielo y tierra están repletos de cosas. Este mundo de mercancías no es apropiado para ser ‘habitado’. Ha perdido toda referencia a lo divino, a lo santo, al misterio, a lo infinito, a lo superior, a lo sublime. También hemos perdido toda capacidad de asombrarnos. Vivimos en unos grandes almacenes transparentes en los que nos vigilan y manejan como si fuéramos clientes transparentes. Será necesario escapar de esos grandes almacenes. Deberíamos volver a convertir los grandes almacenes en una casa; es más, en un centro festivo en el que realmente merezca la pena vivir”.          


[i] https://www.jornada.com.mx/notas/2022/02/17/mundo/tres-empresas-de-wall-street-manejan-fondos-cercanos-al-pib-de-eu/

[ii] “Crisis rural, cambio climático y pobreza: hacia la búsqueda de alternativas para la definición de políticas públicas en México”. 2011. P. 7.

Nota: Oxfam Internacional se fundó en el año de 1995 por un conjunto de organizaciones no gubernamentales con el propósito de combatir la desigualdad y acabar con la pobreza y la injusticia. Su nombre proviene del Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxford Committee for Famine Relief), creado en Gran Bretaña en 1942. Oxfam se presenta como confederación integrada por 221 organizaciones socias y afiliadas.

[iii] Alfred A. Knopf. La Ciudad. American Scientific. Alianza Editorial. 1969. P. 56-57.

[iv] Byung-Chul Han. La sociedad del cansancio. Herder. Segunda Edición Ampliada. Herder. 2019. P. 117-118.


Marco Antonio Zárate Mancha

Estudió ingeniería mecánica en la Universidad Michoacana. En sus inicios trabajó en el Grupo ICA. Posteriormente colaboró en la Secretaría de Programación y Presupuesto, en el Sistema Alimentario Mexicano de la Presidencia de la República. A su paso también se ha desempeñado en la Canacintra México, en el programa TIPS de Bancomext, en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, en el Gobierno de Michoacán y en el municipal de San Luis Potosí. Ha sido y es empresario y esporádicamente ha colaborado en diversas publicaciones impresas y electrónicas, como: Quadratín, Homozapping, revista AM Blues, Alternauta, Revista Transformación de Canacintra y Fórum Financiero, entre otros.



[i] Fragmento de la carta del Gran jefe Seattle, de la tribu de los Swamish, a Franklin Pierce presidente de los Estados Unidos de América. En 1854, el presidente de los Estados Unidos de América, Franklin Pierce, hizo una oferta por una gran extensión de tierras en el noreste de los Estados Unidos, en la que vivían los indios Swaminsh, ofreciendo en contrapartida crear de una reserva para el pueblo indígena. La respuesta del jefe indio Seattle, que trascribimos a continuación, ha sido considerada, a través del tiempo como uno de los más bellos y profundos manifiestos a favor de la defensa del medio ambiente.

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