«Fui a los bosques porque deseaba vivir deliberadamente; enfrentar yo solo los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida… para no darme cuenta, en el momento de morir, de que no había vivido.» HENRY DAVID THOREAU
Por Marco Antonio Zárate Mancha.
El pasado sábado acudí a una invitación de mi amigo Hugo Rangel para ir a su cabaña en la sierra sur de Morelia. Para aquellos que no conocen la majestuosa ciudad de la cantera rosa —Morelia—, ésta alguna vez estuvo rodeada por árboles, por bosque…
El camino a la sierra sur de Morelia empieza por la tenencia de Jesús del Monte. En la mañana hay puestos de carnitas, de tacos sudados, de jugos, de fondas que venden costillitas de cerdo y ricos desayunos… En esos puestos la comida ya sabe a rancho… Le hicimos el honor a unos tacos de chamorro…
Se pasa luego por San Miguel del Monte y paulatinamente el camino comienza a cubrirse de árboles, de abundante follaje. En ciertos lugares hay algunas acacias entremezcladas con pinos, encinos y matorrales, pero en el ascenso a la montaña poco a poco la belleza escénica se nutre de pinos, encinos y de bosque…
Es impresionante la cantidad de agua que aparece por doquier. Hay una buena cantidad de arroyos que cruzan el camino, en esta temporada de lluvias rebosan agua que golpea con suavidad las rocas de sus lechos y va, en su inexorable descenso a la parte baja de la microcuenca del río Chiquito que cruza morelia de oriente a poniente, formando una enorme pluralidad de pequeñas y rumorosas cascadas. La corriente principal del río Chiquito está veteada por lo que se conoce como “bosque de galería”: “Se localiza a lo largo de los 2 km aproximados que tiene el Río Chiquito, antes de su desembocadura a la parte plana del Valle de Morelia. Desarrolla un conjunto de árboles de 6 a 10 m de altura, en su mayoría caducifolios” …
Las laderas de las lomas y montañas que flanquean el camino escurren agua por una enorme cantidad de puntos. Aquello es, para los ojos que observan el bosque, de una belleza impresionante. Los ojos después de ver tantas tonalidades de verde que nunca se agotan, comienzan a mimetizarse con el “verde que te quiero verde” …
Casi para llegar a nuestro destino, nuestra vista topó con ese impresionante farallón y sus cascadas, una de ellas “Chorro prieto” (ver galería de fotografías).
Ya instalados en la cabaña, destino final de nuestro breve periplo, hicimos con Hugo, Jimmy, Vicente, Abel y el uruapense una caminata por el bosque cercano, escuchábamos los lejanos cantos de jilgueros, y del pájaro clarín. Si se detiene uno y pone atención, puede escuchar lo que Octavio Paz llamó: “rumor de alas y de crótalos” … y también, “los tambores lejanos del chubasco”, pues ya entrada la tarde, el cielo su cubrió de nubes y retumbó por instantes anunciando lluvia. Mientras le entrábamos con gusto a la deliciosa carne asada y demás viandas deliciosas, todo aderezado por mezcal de Piedras de Lumbre…
Intento describir la belleza del lugar, pero entiendo que las palabras no alcanzarían para ilustrarla. Decidí escribir sobre este paseo sabatino, porque esa zona es vista por insaciables constructores de desarrollos habitacionales. Por desarrolladores de fraccionamientos que poco a poco, ante la ausencia o vacío del “programa de parcial de desarrollo urbano para la zona sur de Morelia”, han comenzado a ganarle terreno a la mancha urbana, en detrimento del bosque. Se sabe que la autoridad municipal pretende construir dos represas en la parte media y baja de la microcuenca, alterando el libre curso del río y que varios grupos se oponen, así como investigadores de nuestras universidades que son voces en el desierto.
Hay una batalla entre nutridos grupos de ecologistas, constructores y la autoridad municipal, por defender la microcuenca del río Chiquito. Los intereses de los ecologistas ven a esa importante zona proveedora de agua y servicios ambientales como área que debe preservarse para la actual y futuras generaciones (de hecho diversos ordenamientos la protegen, pero lamentablemente son letra muerta). Los insaciables constructores apuestan por incrementar su riqueza y el ayuntamiento oscila entre uno y otro interés. Al final del camino, lo que se ha visto, es que las autoridades de los diferentes órdenes de gobierno, se coluden con los desarrolladores y otorgan los permisos para hacer cambios de uso de suelo, afectando la zona boscosa del sur de Morelia.
Los servicios ambientales que presta el bosque son, entre otros:
- Captación de agua —De 35% a 45% del agua que consume Morelia, proviene de esta zona—;
- Captación y filtración de agua;
- Mitigación de los efectos del cambio climático (regulación térmica);
- Generación de oxígeno y asimilación de diversos contaminantes;
- Protección de la biodiversidad;
- Retención de suelo (detiene la erosión y pérdida de suelo);
- Refugio de fauna silvestre;
- Belleza escénica, entre otros.
No nos queda otra más que defender el bosque. La lucha por los bosques del sur y del oriente de Morelia es algo cotidiano. Habrá que estar alertas para preservar esta vital zona para los morelianos de hoy de mañana.
Marco Antonio Zárate Mancha
Estudió ingeniería mecánica en la Universidad Michoacana. En sus inicios trabajó en el Grupo ICA. Posteriormente colaboró en la Secretaría de Programación y Presupuesto, en el Sistema Alimentario Mexicano de la Presidencia de la República. A su paso también se ha desempeñado en la Canacintra México, en el programa TIPS de Bancomext, en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, en el Gobierno de Michoacán y en el municipal de San Luis Potosí. Ha sido y es empresario y esporádicamente ha colaborado en diversas publicaciones impresas y electrónicas, como: Quadratín, Homozapping, revista AM Blues, Alternauta, Revista Transformación de Canacintra y Fórum Financiero, entre otros.
