PLUTOCRACIA RAMPANTE SIGLO XXI (Quinta parte)

El maestro: Dime, hijo mío, ¿de dónde vienen todas esas riquezas? No puedes haberlas obtenido tú solo.

El niño: Vienen de papá.

El maestro: Y él, ¿de dónde las sacó?

El niño: Del abuelo.

El maestro: ¡Claro que sí! ¿Y el abuelo cómo las obtuvo?

El niño: Las tomó.

                                                                            Goethe, citado por Marx en El Capital

«La medicina ha avanzado tanto

que ya no queda nadie que esté sano».

Aldous Huxley

Marco Antonio Zárate Mancha

En la pasada entrega analizamos brevemente el informe de Oxfam Internacional correspondiente al año 2020 y en ésta revisaremos el correspondiente al año 2021, publicado en enero del 2022). Ahora sabemos, que los años 2020 y 2021, fueron los años pico de la “emergencia sanitaria” que devino en pandemia. Muy pocos previeron que los efectos nocivos del escurridizo virus SARS-CoV2 se extenderían por dos años.

En México la cuarentena por SARS-CoV2 comenzó el 21 de marzo del 2020. Por primera vez la Organización Mundial de la Salud, OMS, recomendó que ante la «letalidad» del nuevo virus (era nuevo y ya sabían que era mortal; también sabían que no había tratamiento; después se opinaría que sí había…) se confinaran sanos con enfermos. De ese tamaño las cosas y la obediencia: la pasmosa mansedumbre de la mayoría de la población atemorizada por la «propaganda de la crisis pandémica», que de forma por demás irreflexiva, incondicionalmente se sometió al dictado de los super controlados medios masivos de comunicación...

Conviene no olvidar las circunstancias vividas y —recalco— la sumisa obediencia que facilitó la «vacunación» (inoculación de «terapia génica» con todas sus nocivas y mortales implicaciones documentadas por decenas de miles en el planeta), de 4 mil 800 millones de personas en el mundo (60% de los casi 8 mil millones de habitantes) que al menos recibieron una dosis.

En México, según reporte de Statista Reserch Document[i], publicado el 20 de febrero del 2023, se consigna que del 24 de diciembre del 2020 al 8 de julio del 2022, el 71.29% de la población recibió al menos una vacuna. Ahora bien, la población total del país según el Consejo Nacional de Población, Conapo[ii]  para el 2022 fue de 130.1 millones. Considerando el porcentaje de mexicanos inoculados, tenemos que 92.7 millones recibieron al menos una «vacuna». En números redondos poco más de 7 de cada 10 mexicanos fueron «inmunizados».

El país y su sistema de salud nunca habían experimentado un desafío como el del SARS-CoV2 causante de la Covid-19. En el planeta, los gobiernos presionados por sus poblaciones, demandaban con urgencia las «vacunas» a las principales farmacéuticas del mundo. Recordemos que la propaganda mediática se enfocó exclusivamente en las vacunas, nunca en ningún otro tipo de medicamento o tratamiento. El único medicamento autorizado, que no aprobado para tratamiento específico de la Covid-19, fue el Remdesivir (biofarmacéutica Gilead), que resultó ser un carísimo veneno. El tratamiento completo tiene un precio cercano a los 3 mil dólares y sus contraindicaciones llenan varias páginas.

Decíamos que la “emergencia sanitaria” fue un gran negocio para las farmacéuticas y sus inversores. Los precios de sus inoculaciones tenían grandes diferenciales, dependiendo de la tecnología y renombre del laboratorio. Estuvo tan bien planeado que para poder vender sus «vacunas» a los países, obligaban a firmar un contrato de secrecía y de inmunidad para los laboratorios. Esto es, ningún laboratorio se hacía responsable de los efectos adversos que pudieran generar sus inoculaciones, los cuales asumía el país comprador. ¿Qué tal? Las naciones, sus gobiernos y sus ciudadanos postrados ante la Big Pharma. Todo avalado por la parcial Organización Mundial de la Salud, OMS, y su tenebroso director Tedros Adhanom y por la Food and Drug Administration, FDA.

Para interpretar el informe OXFAM 2021, recordaremos las principales circunstancias de la organización de actividades:

Los años 2020 y 2021, fueron absolutamente atípicos. Los marcó la emergencia planetaria del virus (SARS-CoV2), solo conocido a través de modelos computarizados. Por tanto, no aislado en ningún lugar del mundo, situación que se mantiene hasta el presente…

En la historia de la humanidad no hay registro de una pandemia como la de esos dos años. Primera vez que enclaustran por igual a sanos y contagiados (no hay argumento válido para tal despropósito y quizá fue la táctica para tenernos “conectados” a los super controlados medios masivos de comunicación para, mediante su avasalladora propaganda, aterrorizar a la población). El mundo se puso en pausa y las economías en sus ramas tradicionales sufrieron severas restricciones y quiebras, por tanto, multimillonarias pérdidas. Las compañías de aviación, industria turística y alimentos, fueron las más afectadas, pero miles de pequeños negocios se vieron perjudicados al grado cerrar actividades. Las repercusiones golpearon severamente empleo e ingresos de dueños y empleados de esos comercios e industrias.

Al recomendar el encierro, la solución preparada por las compañías líderes de las tecnologías de información, comunicación y comercialización[iii] (soportadas en la novedosa 5G), fue un menú de teletrabajo, clases en línea, reuniones virtuales, telecompras… Esta modalidad dio al traste con los espacios de trabajo tradicionales (oficinas), centros educativos, restaurantes… En las ciudades se veían enormes edificios de oficinas vacíos. Muchos inmuebles dedicados a la renta de oficinas estuvieron desocupados y una enorme cantidad de ellos tapizados de letreros ofreciéndolos en renta o venta. Las grandes empresas ahorraron una buena cantidad de gastos en servicios (agua, energía eléctrica, servicio telefónico, entre otros) al externalizarlos en sus teletrabajadores y por tanto colateralmente beneficiadas en esta emergente modalidad que a muchos empleados favorece, pero no todos están de acuerdo en la permanencia de esa forma de trabajo

Pero veamos qué nos dice Oxfam Internacional en su informe del 2021:

«Los diez hombres más ricos del mundo han duplicado su fortuna, mientras que los ingresos del 99 % de la población mundial se habrían deteriorado a causa de la COVID-19. Las crecientes desigualdades económicas, raciales y de género, así como la desigualdad existente entre países, están fracturando nuestro mundo. Esto nunca ha sido fruto del azar, sino el resultado de decisiones deliberadas: la “violencia económica” tiene lugar cuando las decisiones políticas a nivel estructural están diseñadas para favorecer a los más ricos y poderosos, lo que perjudica de una manera directa al conjunto de la población y, especialmente, a las personas en mayor situación de pobreza, las mujeres y las niñas, y las personas racializadas. Las desigualdades contribuyen a la muerte de, como mínimo, una persona cada cuatro segundos. No obstante, tenemos la oportunidad de reformar drásticamente nuestros modelos económicos para que se basen en la igualdad. Podemos abordar la riqueza extrema aplicando una fiscalidad progresiva, invirtiendo en medidas públicas de eficacia demostrada para eliminar las desigualdades, y transformando las dinámicas de poder dentro de la economía y la sociedad. Si mostramos la voluntad necesaria y escuchamos a los movimientos que están exigiendo cambios, podremos crear una economía en la que nadie viva en la pobreza, ni tampoco en una riqueza inimaginable: una economía donde las desigualdades dejen de matar».

En su reporte Oxfam apunta que desde la pandemia, «cada 26 horas ha surgido un nuevo milmillonario en el mundo». Reseña que más de 160 millones de personas han caído en la pobreza y que el número de muertos por Covid-19 es de casi 17 millones de personas en el mundo. Las cifras que ofrece Oxfam en cuanto a las personas que han caído en la pobreza parece sumamente conservadora.

Por otra parte, Oxfam no cuestiona nada sobre el origen de la pandemia, ni se involucra en las cifras de muertos. Simplemente las da como un hecho. Actualmente se debate en muchos foros las implicaciones de la pandemia por Covid-19, y cada vez hay más elementos que hacen sospechar una acción concertada desde las más altas esferas del poder plutocrático. Casualmente los más beneficiados, como se constata ampliamente en sus informes.

Una línea que también se fortalece fue la necesidad de detener la economía del tren chino, de alguna forma poner en pausa el mundo para reordenarlo. En efecto, de mantenerse la tendencia en las tasas de crecimiento del PIB de EEUU y China, para el muy próximo 2030, China estaría ya por encima de los estadounidenses. Veamos:

«De 2010 a 2019, EEUU registró una tasa media anual de crecimiento del Producto Interno Bruto, PIB, de 2.25%. En ese mismo período China creció en promedio a una tasa de 7.7%.

En 2019[iv] el valor del PIB de EEUU alcanzó 21 billones 372 mil 600 millones de dólares. Ese mismo año China registró 14 billones 340 mil 600 millones de dólares. No obstante la diferencia de menos de una tercera parte del PIB del país asiático, de continuar la tendencia observada del crecimiento del PIB de ambos países (2010-2019), para 2027 China estaría por encima de EEUU:  mientras que EEUU llegaría a 24 billones 415 mil 103.6 millones de dólares de PIB, China lo aventajaría con 24 billones 713 mil 651.4 millones de dólares.

Para el no lejano 2030, China superaría a EEUU, pues su PIB, bajo el supuesto anterior —tasa media anual de crecimiento de 7.68%, sería cercano a los 31 billones de dólares, mientras EEUU (2.25%) tendría poco más de 26 billones»[v].

Imaginemos China convertida en primer potencia económica del planeta; eso no está considerado ni en las peores pesadillas de la reducida plutocracia occidental. Por tanto, hay elementos fundados para pensar que al detener la economía, la plutocracia con su «Caballo de Troya», el SARS-CoV2, casualmente surgido según uno de sus tantos orígenes en Wuhan, China, permitiría un reordenamiento de la economía planetaria.

Cuando Oxfam habla de los 10 milmillonarios más ricos del planeta, seguramente se refiere a las estrellas de la pandemia y sus empresas que multiplicaron ventas y duplicaron sus riquezas. Entre ellos: Serguéi Brin y Eric Schmidt de Alphabet (Google, YouTube), Jeff Bezos de Amazon, Mark Zuckerberg de Meta (Facebook, WhatsApp), Tim Cook y otros de Apple y Billy Gates de Microsoft. Aunque estos nombres suenen muy conocidos, solo de revisar los principales accionistas de Apple, tenemos a las tres administradoras de fondos de las que hablábamos en pasada entrega: Vanguard, State Street y BlackRock. Uno de sus dueños y ese sí quizá el hombre más rico del orbe (los nombres anteriores apenas le harán un poco de sombra): Jacobo Rothschild.

Oxfam, nuevamente en el informe analizado propone gravar progresivamente a los más ricos del planeta, y aunque esa sea una medida deseable y por demás evidente, es muy difícil que los poderosos lo acepten bajo el actual «Orden de las Cosas». Hay que entender que el trabajo de la plutocracia ha sido minucioso y ha permeado a todos los órdenes en el planeta en una fina urdimbre que llega a todos los rincones.  No partirá de ellos la iniciativa y tampoco de los gobiernos a los cuales tienen sometidos a través de las deudas soberanas. Las deudas de los países se han ido a las nubes por la rampante corrupción que se impulsa desde lo más alto del poder.

En próxima entrega seguiremos con el informe de Oxfam correspondiente al 2022. Espero, como de costumbre, la indulgencia del probable lector.


[i] https://es.statista.com/estadisticas/1207749/porcentaje-vacunados-inmunizados-covid-19-mexico/

[ii] La situación demográfica de México, Año 4, núm. 4, 2022. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/796630/SDM_Parte1_2022.pdf

[iii] Google (Alphabet), Apple, Facebook (Metaverso), Amazon y Microsoft, primordialmente.

[iv] https://datosmacro.expansion.com/paises/comparar/usa/china

[v] 2020, el año que cambió el paradigma económico. Marco Antonio Zárate Mancha. Medias Tintas SLP.

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