REFLEXIÓN CRÍTICA SOBRE “LA DEMOCRACIA A TRAVÉS DE LOS DERECHOS. EL CONSTITUCIONALISMO GARANTISTA COMO PROYECTO POLÍTICO. LUIGI FERRAJOLI”

Giselle Meza Martell.

Al observar el título es imposible que el pensamiento no se traslade a la complejización de las ideas, dado que no se trata de simplificar sino de problematizar para poder, a través del cuestionamiento, sino de generar la reflexión de quien me regale su tiempo en lectura en torno a las ideas de Ferrajoli, en estos momentos electorales.

¿Pero que es democracia si no es el gobierno que emana del pueblo? Y entonces ¿realmente emana del pueblo, por y para éste? ¿Cómo pensar en la democracia del pueblo cuando éste vive oprimido en las aspiraciones de un mejor Estado? Es complejo pensar la democracia en la práctica, pues desde los espacios teóricos pareciera que casi todo está dicho, pero en los espacios prácticos, de los del día a día, como un día común donde un grupo de personas salen a las calles a exigir demandas sociales en el espacio de la democracia, pero que lejos de conseguirlas quedan en la obscuridad del cajón de algún burócrata.

Entonces, teóricamente la democracia definitivamente es el gobierno del pueblo para el pueblo, pero en la práctica dista de materializarse, porque en el escenario aparecen los excluidos, los de “sin voz”, que, aunque habitan el territorio parecen no ser parte del pueblo al no estar sus voces y demandas expresadas dentro de un espacio democrático.

Definitivamente la democracia emana del pueblo, pero se complejiza al pensar sobre qué tipo de pueblo, si el de la clase económica, el de la clase política o el de la clase ciudadana con derechos y obligaciones. De allí la importancia de pensar la democracia incluyente de las personas oprimidas que se encuentran fuera de la agenda pública en la materialización de sus derechos como habitantes de un estado constitucional de derechos.

Democracia formal y procedimental, como la realización de los Estados, pero no así de las personas representadas que expresen la voz popular, ya que al no contemplar a “los excluidos” entonces no tenemos una verdadera incorporación de las representaciones y por tanto tenemos bien entendida la democracia de las mayorías, donde pareciera que las supuestas minorías quedan no solo relegadas del sistema formal y procedimental, sino que además al momento de querer hacer exigible un derecho como expresión y exigencia democrática se enfrente ante la disyuntiva de la pobreza, pues ha de decidir entre obtener el sustento diario, bajo un esquema de pobreza que solo se expresa con trabajos informales desde donde se obtiene el día a día, y sin capacidad alguna de expresión de organización política, dado que además de no sentir la capacidad de las herramientas, le encuentra inútil al demandar ante un mismo sistema del cual ha sido en práctica, totalmente lanzado, es decir, habita un territorio democrático, pero sin capacidad fáctica de poder participar y de expresar las decisiones que hubieren de surgir de sus demandas sugeridas a partir de sus derechos humanos, como elemento constitucional fundamental.

Reflexionar la democracia a partir de la liberación de quienes la generan sistemáticamente a través de una persona mandataria que refleje las expresiones orgánicas de las mayorías, lo cual deja en compleja exclusión a otros pensares, esas expresiones minoritarias que absolutamente nada pueden hacer frente a una aplastante mayoría, más que la manifestación de sus ideas revolucionarias para tratar de generar incidencias políticas que expresen la inclusión de las minorías, aunque no siempre de todas las minorías sino a partir de las diversas realidades sociales, donde la constante y desde donde se parte, son las pobrezas económicas que tienen todo por expresar y exigir, aunque poco por realmente materializar. Lo anterior, es un peligro permanente que amenaza las prácticas teórico-democráticas, para trasladarse a oligarquías e incluso tiranías “democráticas” ignorando el nexo entre democracia y derechos fundamentales que permitan el pueblo consciente en la vida política.

Entonces, surge la interacción entre democracia, lo político-público y lo económico. Aquí no tengo más que estar de acuerdo en cada expresión de Ferrajoli dado que en definitiva el poder económico parece estar a todas luces por encima de los poderes políticos-públicos y por ende encima de la democracia. Aquí es donde el capitalismo ha tomado la forma de organización basándose en organizaciones ya creadas como lo son los Estados.

Acá es cuando cobra importancia la democracia a partir de los derechos humanos, dado que si bien parte fundamental de la democracia, es generar una carta política que contenga un pacto que rija a un Estado, y es entonces que, a partir de éste se positivizan los derechos humanos, pero también se contiene la posibilidad de suscribir convenios y toda clase de instrumentos internacionales, es decir, se positiviza la posibilidad y vida de los tratados internacionales, donde si bien están suscritos los relativos a los derechos humanos, también lo están aquellos que generan acuerdos comerciales entre las naciones, pero que lamentablemente no solo son consensuados a partir de los poderes públicos, sino que a partir de los poderes privados que son dueños del capital económico. Incluso para la negociación de un tratado comercial, no solamente participan las autoridades competentes, sino que además se integran las cámaras comerciales y otros actores relacionados al poderío económico quienes tienen la verdadera libertad de generar los ajustes para que el poder público resuelva conforme a sus intereses.

Debemos considerar que Ferrajoli afirma que la democracia a través de los derechos humanos implica la prosperidad, no solamente impalpable o filosófica, sino que los países económicamente mejor posicionados son quienes respetan derechos humanos, pues ya no se trata de tiranizar sino de gobernar a partir de una visión de la social democracia, que apunta a un Estado Social, lo que significa de la introducción de una dimensión social y sustancial que no solo obedece a las leyes, sino a un ejercicio legítimo del poder, del auténtico poder ciudadano.

Se concluye en la necesidad de afirmar la congruencia de Ferrajoli en su disertación en esta interrelación entre la política, la economía y la democracia, que se relacionan con poderes de carácter económico-financiero que sobre pasa todo límite constitucional. De allí la importancia de empoderar a la ciudadanía para que puedan tener una verdadera participación democrática.

Hoy en día los derechos humanos se manejan en un papel político que no obedece a la construcción de la democracia, sino dese un artificio de conceptos e instituciones han de verse como construcción social lejos de un sentimiento de pertenencia e igualdad y ya no hablar de derechos humanos sin democracia formal y representativa de hecho no de discurso.

Al final, tendríamos que estar hablando de un sistema político (ejecutivo, legislativo, judicial, órganos autónomos) a partir de una democracia holística relacionada con una socialdemocracia, como mecanismo de garantía constitucional de los derechos sociales, que no solamente quede en utopía social, sino que su logro deberá de realizarse a través de las responsabilidades políticas como de las personas gobernadas, al igual que quienes ostentan el poder de mercado a partir de una responsabilidad social conjunta y compartida, aprendiendo a generar comunidad para darle esa razón de ser Estado desde la vivencia de los procesos de convencionalidad definitivamente alimentada por la interpretación conforme y el principio pro persona, estableciéndose como bases positivizadas sólidas para generar una mejor progresividad desde el estado constitucional de derechos, una democracia de derechos que no retroceda nunca más.


Giselle Meza Martell.
Licenciada en Derecho, especialista en derechos humanos, políticas públicas, legal-gubernamental.
Certificada internacionalmente en Control de Convencionalidad, ISO 9001:2015 e ISO 19011:2018.


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