UN AÑO DE LA COVID-19 (2 de 5)

“El arte de la guerra se basa en el engaño”.
Sun Tzu

Marco Antonio Zárate Mancha

Albert Einstein decía que conocía a científicos más capaces que él, pero no tenían una habilidad suya y era la de relacionar el conocimiento. Para comprender las palabras de Einstein acudimos a Edward de Bono. Este autor refiere que una de las características del pensamiento creativo es la de relacionar el conocimiento. Así pues, esta particularidad pareciera ser inherente a todo ser humano, pero no es así, entonces se comprenderá porqué a veces lo que para algunos es evidente, para otros no lo es. Así pasa con este rompecabezas de la pandemia que, decíamos ayer, cumplió un ciclo alrededor del sol y no se alcanza a ver el regreso a la normalidad.

Volviendo al tema central de la pandemia, hay una pieza suelta de este entramado que por el momento solo mencionaré de paso; aunque pareciera tener implicaciones más profundas, hay poca información sobre el particular. La pieza es Charles Lieber, investigador de élite de la Universidad de Harvard y presidente del departamento de química y biología química. Este personaje es especialista en nanociencia y se le considera líder en el campo de la electrónica a escala nanométrica. En 2017 le otorgaron un cargo doctoral que comparte únicamente con otros 26 profesores. Lieber fue detenido por fiscales del gobierno de los EEUU en enero del año pasado, por falsear declaraciones a las autoridades de su país en torno a su participación en el programa “Mil talentos” de China. Debido a sus trabajos para ese programa, percibía una remuneración mensual de 50 mil dólares y 150 mil dólares anuales en calidad de gastos por parte de la Universidad de Wuhan —que no reportó a las autoridades—. Además de recibir 1.5 millones de dólares para establecer un laboratorio de nanociencia en la Universidad Tecnológica de Wuhan. También ha participado en la creación de cables microscópicos con diámetro miles de veces más pequeños que un cabello humano. También, ha realizado avances revolucionarios en la frontera entre la nanoelectrónica y la medicina, incluido un poderoso sensor bio-nanoelectrónico capaz de detectar enfermedades al nivel de una simple partícula de virus infeccioso.

En la trama del investigador de Harvard detenido está presente Wuhan, ciudad epicentro de la pandemia —presumiblemente allí se dieron los primeros contagios de la COVID-19—, los centros de investigación de esa ciudad, la nanociencia, medicinae inventos relacionados con virus… La información más reciente sobre esa detención es que tiene una enfermedad terminal y buena parte de la comunidad científica de su país organiza su defensa.

El inicio de la pandemia. Algunos hechos que no hay que olvidar

Al inicio de la pandemia la información del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19 fluyó hasta la náusea. Esta singular pandemia comenzó con un tsunami de propaganda mediática basada en el terror, con escenas impresionantes, reiterativas y abrumadoras. Hospitales repletos de enfermos intubados e incluso los medios machacaban sobre “cadáveres” apilados en bolsas de plástico en pasillos de muchos hospitales. Se insistía en la letalidad del virus y en un principio recomendaban cremación inmediata o, dada la alta mortalidad y saturación de los crematorios, llevar los cadáveres a la fosa común. No era recomendable hacer autopsias, por la contagiosidad y desconocimiento del nuevo coronavirus. Y así fue durante las primeras semanas de vorágine informativa. Incluso en algunos periódicos de América del Sur y de otros lugares, presentaban cuerpos de personas muertas en la calle debido al nuevo coronavirus.

En la guerra mediática contra la población, televisoras y periódicos de diversos lugares del mundo publicaron muchas veces las mismas fotografías como si fueran locales. El Dr. Rashid Alí Buttar[i] mostró fotografías de supuestos hospitales atiborrados de enfermos de diversos países que se replicaban como si fueran propios. Asimismo, y de forma alarmante se reiteraba la peligrosa letalidad del nuevo virus, sugestionando de forma enfermiza a la población en tanto que contagio significaba condena a muerte; que no hay medicamento probado y autorizado para tratarlo y que la supuesta vacuna tardará en materializarse. A buena parte de la población le implantaron el virus del miedo y se le grabaron, casi como tatuaje mental, las imágenes y discurso del comienzo de la pandemia y bajo esa omnipresente amenaza enclaustraron su cuerpo y su mente. Para muchos hoy sigue siendo un verdadero infierno salir a la calle, pues la muerte puede estar embadurnada en una manija, en la mano de cualquier persona, el asidero de un camión, en las monedas y billetes sobrantes de una compra, el estornudo de un desconocido…

Así pues, buena parte de la población compró esa información y se encerró a cal y canto en sus casas; al grado de no recibir visitas —incluso familiares— y salir a la calle únicamente para las compras necesarias o lo indispensable. El daño estaba hecho.

Jiddu Krishnamurti[ii] pregunta ¿qué es el miedo? Y él mismo responde: —“Es el movimiento del pensamiento que va de la certidumbre a la incertidumbre”. Desde luego se refiere al miedo psicológico. Y es que el miedo psicológico es irracional. La mente del hombre es presa del temor y se paraliza ante lo incierto. Aunque en realidad en esta vida hay solo una certidumbre y es que todos moriremos. No obstante, el hombre se crea una realidad impregnada de certidumbre que es un engaño para transitar sin sobresaltos por su azarosa existencia.

He querido hacer esta referencia de Krishnamurti sobre el miedo porque ha sido la principal arma utilizada para domar al rebaño y mantenerlo amedrentado y desarticulado de su vida en sociedad. Tiene mucha razón Byung-Chul Han al referir que “sobrevivir se convertirá en algo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente”[iii].


[i] https://www.askdrbuttar.com/nnn/

[ii] Jiddu Krishnamurti, Sobre el miedo. Editorial Océano.

[iii] https://www.infobae.com/america/mundo/2020/05/17/9-definiciones-sobre-la-pandemia-de-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-seduce-al-mundo/


Marco Antonio Zárate Mancha

Estudió ingeniería mecánica en la Universidad Michoacana. En sus inicios trabajó en el Grupo ICA. Posteriormente colaboró en la Secretaría de Programación y Presupuesto, en el Sistema Alimentario Mexicano de la Presidencia de la República. A su paso también se ha desempeñado en la Canacintra México, en el programa TIPS de Bancomext, en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, en el Gobierno de Michoacán y en el municipal de San Luis Potosí. Ha sido y es empresario y esporádicamente ha colaborado en diversas publicaciones impresas y electrónicas, como: Quadratín, Homozapping, revista AM Blues, Alternauta, Revista Transformación de Canacintra y Fórum Financiero, entre otros.


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