CAMINO A LA NUEVA CONSTITUCIÓN CHILENA, LA GARANTÍA DE DERECHOS, EL ÍMPETU QUE EXPIRA LA HERENCIA DE PINOCHET

Por Armando Adolfo Martínez Meneces
Víctor Alonso Tapia Miranda
Flavio González Ayala

América Latina ha sido escenario de diversas crisis sociales, y la constitución chilena no podía quedarse atrás, para ello, hay que recordar lo que anhela la región, en México se pasó a la izquierda en 2018 y el 6 de junio habrá elecciones que se entienden como una ratificación o rechazo al actual gobierno, en Chile se eligió a los 155 representantes chilenos que serán encargados de modificar la constitución, representados por 37 de la derecha, dándoles un reducido poder y, la mayoría independiente con 48, los 30 restante se reparten entre centroizquierdistas, también en Colombia se quiere hacerse escuchar, en Ecuador se tomó protesta al nuevo presidente de derecha, y en Perú habrá elecciones entre la herencia de Fujimorí y la influencia de un candidato muy parecido a Chávez en Venezuela, estos eventos muestran que América Latina buscan un cambio estructural.  En Chile, se está apostando por el Estado, ya que quieren modificar la herencia militar de Augusto Pinochet, claramente respetando el carácter del país como república, su régimen democrático y sentencias judiciales y ejecutorias, así como el compromiso internacional expresado en los tratados internacionales firmados por la nación, entonces, ¿Qué se modifica?

Para empezar; el Estado, la carta que América Latina ha estado sacando para hacer valer su voz. Será la convención la que tendrá que crear la nueva constitución en un plazo máximo de 9 meses, con única prórroga de 3 meses, para que en 2022, los chilenos voten si se acepta o se desecha el texto (así es, las revueltas sociales de 2019 ya hicieron efecto). Regresando al papel del Estado, le exigirán mayor esencia social, es decir, tendrá que respaldar los bienes básicos de la sociedad chilena, como la salud (cuya demanda ha sido agudizada por la pandemia), la educación y la seguridad social, considerando a su vez a las futuras generaciones, al incluir medio ambiente (tema controversial en la región; particularmente la  nación se encuentra en una complicada disyuntiva por elegir entre el modelo chileno actual orientado el extracción y privatización del agua, que dicho sea de paso es de los pocos países en tener toda su agua privatizada, o de que el Estado vele por este bien básico para convertirse en un bien público y de naturaleza nacional)  e integración social (este tema parece ser el más relevante, pues se desea reducir el poder actual del presidente, donde sugieren que exista un vice presidencialismo u otra herramienta para repartir el poder ejecutivo, pues el poder judicial y ejecutivo se encuentran divididos, además de que la rigidez institucional fue el motivo principal de la  crisis chilena), del último punto se parte para darle reconocimiento a los pueblos originarios (17 representantes de la convención constitucional son indígenas, donde resaltan los mapuches, aimaras, quechuas y diaguitas), para ello, la constitución de Nueva Zelanda o Canadá parecen interesantes fuentes de inspiración.

Por otro lado, la calificadora Moody´s considera que la nueva constitución busca garantías de derechos de bienes y servicios públicos y no modificaciones en el modelo económico, pues no se toman elementos clave para una económica nacional como el banco central, si bien es cierto que el agua es un tema de controversia en la propiedad privada, la molestia no parece dirigirse  a los bienes y servicios privados (ya que se incluyen indirectamente por el tema del agua más no se busca vetar los bienes y servicios como tal), sin embargo, la preocupación de la calificadora se enfoca en el mediano plazo, por la presión social hacia las cuentas fiscales.

La tendencia izquierdista que han seguido la mayoría de las naciones latinoamericanas en los últimos años se hace evidente en este proceso. La petición de que el Estado tenga un papel más activo dentro de la esfera de bienestar social chilena evidencía que los extremos nunca son buenos, y es que si bien hay muchos expertos que aplauden el funcionamiento del país (sobre todo en el espectro económico), con un constante avance económico a comparación del resto de países de la región; los chilenos, quienes realmente viven bajo ese modelo, parecen no estar tan de acuerdo con él y lo han manifestado en diversas ocasiones. Y es que opinar sobre todas las bondades que proveía el neoliberalismo al que se apegaba la nación desde el privilegio es fácil, pero desafortunadamente, como en todos lados, no todo el mundo vive bajo esas circunstancias y con la pandemia, la población que vive en condiciones de desventaja aumentó, por lo que la demanda por un cambio real es aún más prioritaria que nunca antes.

Por otro lado, se hace evidente el cambio generacional bajo el que ocurre este fenómeno, y eso se manifiesta en la diversidad que compone la nueva Convención Constituyente, no sólo por el hecho de la baja representación proveniente de la derecha, también por la cantidad de mujeres que lo integra, que obtuvieron mayor cantidad de votos e incluso mediante un mecanismo de ajuste que permite la paridad de género en los escaños, tuvieron que ceder lugares a hombres; por la participación de personas provenientes de 10 de los pueblos originarios chilenos reconocidos por el estado, y por la gran participación proveniente de la población joven del país. Sin embargo, la baja tasa de participación es estos procesos democráticos es un poco preocupante, con sólo un 43% de participación ciudadana.

Finalmente, se habla mucho de las consecuencias que este suceso tenga en el país, sobre todo en el aspecto económico, y si bien es cierto que tendrá repercusiones (tanto positivas como negativas), la necesidad de un verdadero estado de bienestar social supera estas preocupaciones, e incluso, esta búsqueda incesante por la igualdad emprendida por la República de Chile que marcará precedentes, no sólo en su historia nacional, tentativamente abrirá el camino para que otros países de la región intenten realizar lo mismo, ya que la diferencias sociales, políticas y económicas en los países latinoamericanos es una constante y la población demanda cada vez más, un cambio real.

Flavio González Ayala.

Internacionalista. Candidato a Doctor en Relaciones Internacionales, Negocios y Diplomacia por la UANL.
Profesor Investigador de la Facultad de Economía de la UASLP.
Maestro en Estudios de Asia y África por El Colegio de México.

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