CRÓNICA DE UN “ENTRE” ANUNCIADO

Por David Medrano.

Al buen entendedor; el boxeo eficiente de Gallardo 

Es moverse, moverse, en las puntas y hacia atrás, embestir, jab, jab, acometer y otra vez replegarse para después ir adelante, ahora en gancho político, al hígado donde esos golpes sofocan y derrumban en la lona, e inician el conteo. 

El gobernador Ricardo Gallardo hace una exhibición boxística con clase, no se la pensó dos veces para sacudirse el saco azul y entrar al ring, donde empuña los guantes y se ciñe los amarres. 

Es una función en el centro penitenciario de La Pila, en una mañana de miércoles 1 de diciembre, en el que acude a un evento de libertad condicionada de internos, pero que convencido por las voces, y sus ánimos propios, accede a un encuentro con el joven Mario, en peso ligero, veloz, y en color azul. 

Es moneo cadencioso, mecerse con ritmo, para acercarse con cautela, sin perder de vista la mirada del rival. 

Gallardo lanza dos jabs seguidos, para mantener a distancia a Mario, otros dos más, antes de un cross de derecha que queda atajado. 

El gobernador de SLP se mueve con ritmo, un paso adelante, con calma, otro hacia atrás para tomar distancia y perspectiva. Algo tiene ese boxeo circunstancial en el que voces imprecisas, algunas desde la esquina de Gallardo, otras cerquísima del ring, y hasta desde los pasillos del penal, corean a ritmo con los púgiles «abajo, abajo, suéltese, suéltese, ¡técnica!». 

Gallardo da buena función, en golpes uno dos, uno dos. Es técnica. No hace mucho peleaba con pesos pesados de SLP, los que han querido mantener beneficios hacia sí, desde hace varios años. Los doblegó con un cross colocado con fuerza justo en la cabeza. 

Ni qué decir de la lona política, en el sitio común, a varios los mantiene Gallardo en ese lugar tras su triunfo en la elección de junio pasado. 

Varios, derribados con uppers hasta sembrarlos por un nocaut técnico. De éstos últimos, poco se les ha visto como no sea en funciones menores dentro de sus partidos políticos extenuados. 

Otros, en vigencia, no dan el peso ni los tamaños. 

El público entusiasta contiene el resuello con una de las profundas aspiraciones que dejan la sensación de mareo, para despejarse con un grito común, cuando los pugilistas se confrontan en el centro del ring. Un cross de izquierda que propinó Gallardo merece reconocimiento. 

El gobernador coloca marcados, varios otros golpes, dentro de una serie que como lo definía Cortázar, es una admirable economía de medios, y que con frecuencia explica el origen de los triunfos. 

Mario en su ritmo que inspira silencios admirativos, esquiva golpes con un balanceo suave de hombros, en inclinaciones dorsales de 40 grados, y así, sacar la cabeza de la ruta del impacto. Le vale el reconocimiento, los aplausos, y una mano alzada al final del capítulo. 

Es una buena función de box.

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