LA MEMORIA DEL AGUA Y JEAN LUC MONTAIGNER (1932-2022)

(in memoriam)

Por Marco Antonio Zárate Mancha.

Hace un lustro comencé a estudiar nuevamente el agua. Me apliqué investigando los efectos de su tratamiento magnético (Tratamiento Magnético del Agua, TMA). Mis indagaciones me llevaron a buscar apoyo e información en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, Cinvestav, del Instituto Politécnico Nacional. Tenía muchas preguntas, por ejemplo, qué cambios medibles había en la tensión superficial del agua tratada magnéticamente frente al agua normal del grifo o garrafón. Los investigadores que contacté vía telefónica me indicaron que no contaban con equipos para hacer esas mediciones. Cambios en la energía y en el contenido de oxígeno tampoco era posible conocerlos. 

No bajé la guardia ante esas respuestas y recordé que contamos con el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, IMTA. En Jiutepec, Morelos, sede del instituto, me dijeron que ellos no contaban con equipos para hacer ese tipo de mediciones y sus estudios eran fundamentalmente para vigilar las características de las normas oficiales determinantes de los contenidos permitidos o máximos de sales, coliformes, pH, etc., del agua potable.

Seguí buscando y para mi buena fortuna me topé con los trabajos de dos mexicanos estudiosos del agua: El Dr. Carlos Orozco, científico mexicano, creador del primer equipo estructurador de agua que conocí. Actualmente radicado en Australia; y la científica mexicana del Cinvestav, Dra. Esther del Río, que ha estudiado el agua por más de 50 años. Sus investigaciones, trabajos y videos, me inspiraron para continuar con mis desarrollos en el campo del TMA. Tuve la fortuna de coincidir con ellos en mayo de 2018 en el World Trade Center, de la Ciudad de México.

La doctora Esther del Río, después de 50 años de estudio, afirma que “no sabemos nada del agua”. El agua encierra el misterio de la vida. Toda vez que no existe ser vivo que no sea contenedor de agua.

Mención especial debo hacer a investigaciones que por espacio de casi 20 años ha hecho el Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado de Cuba. En sus observaciones con TMA han medido cambios importantes en, por ejemplo, cristalización de sales usando el carbonato de calcio como sustancia patrón. Se comprobó que esta sal, bajo influjo de los campos magnéticos, se transforma en aragonito y ésta no se incrusta en la tubería. También se encontraron cambios en conductividad eléctrica, coagulación, solubilidad y disminución de la tensión superficial, entre otros. 

El investigador coreano, Dr. Mu Shik Jhon1, utilizando con equipo de resonancia magnética nuclear encontró que el TMA disminuye la frecuencia del agua y además contiene 30% más de oxígeno disuelto.   

Otro investigador mexicano, Benjamín Ruiz Guillén, utilizando un equipo Bio Well (tecnología de Konstantin Korotkov) ha medido que el agua con TMA tiene 300% más energía, medida en mili Joules, que el agua de la llave. 

Las investigaciones citadas son apenas unas cuantas de las que se realizan en todo el mundo desde que se comprobó que lo más importante del agua es su estructura, pues su fórmula es inmutable: H2O. Una forma casera de observar los cambios en la estructura del agua es depositar una botella de plástico o vidrio llena de agua en el congelador. Al paso de las horas el agua reventará la botella, precisamente por el cambio en la estructura del agua que al congelarse se expande. Es significativo mencionar que la mayoría de los materiales al congelarse se contraen, no así el agua…

Por último, hace ya unos 10 años, el recién fallecido Jean Luc Montaigner2, premio Nobel de Medicina 2008 por descubrir el virus del VIH, se dio a la tarea de reivindicar los trabajos del científico francés Jacques Beneviste, pionero en el estudio y demostración de la memoria del agua. Éste publicó en 1988 en la prestigiada revista Nature el resultado de sus investigaciones: “Su equipo del Instituto de Salud e Investigaciones Médicas de Francia (INSERM), diluyó una solución de anticuerpos humanos hasta que no hubo posibilidad de que permaneciera una molécula en la solución. Sin embargo, alegaron que basófilos humanos respondieron a la solución de la misma manera en la que habrían reaccionado ante los anticuerpos originales como parte de una reacción alérgica”.

Derivado de esa publicación, la comunidad “científica” se lanzó en contra de la revista y del investigador. Fue tal la presión a la que sometieron a Jacques Beneviste que este sucumbió. Años después, y con el firme propósito de reivindicarlo bajo el cobijo de su prestigio como premio Nobel de Medicina, emprendió una demostración de los prodigios del agua bajo la supervisión de periodistas que documentaron paso a paso los trabajos del francés: desde la identificación por medio de la lectura de frecuencias de probetas con genoma de un paciente de Montaigner con VIH; la identificación de las probetas con genoma (solo 2 de 20); grabación de las frecuencias que éstas emitían y su posterior envío a un laboratorio en Italia en donde con una probeta con agua bidestilada adicionada con nucleótidos para formar el ADN (adenina, guanina, citosina y timina; y enzima polimerasa), sometieron a la pequeña probeta durante una hora a las frecuencias grabadas por el Nobel. Para tal propósito se utilizó un pequeño tubo de aproximadamente una pulgada de diámetro, envuelto en una bobina eléctrica. 

Como se mencionó, la finalidad de Montaigner era grabar a distancia, mediante la inducción de frecuencias electromagnéticas, el genoma de su paciente en la probeta y posteriormente, ésta sería colocado en un equipo PCR (Reacción en Cadena por Polimerasa). Este aparato, según la teoría de Beneviste y que Montaigner deseaba probar, sería capaz de detectar el ADN del paciente. Es importante mencionar que esta prueba normalmente se hace colocando en la probeta, además de los nucleótidos y polimerasa, segmentos del ADN que se pretende “armar”, y con ese “modelo o patrón” que la polimerasa interpreta, es capaz de construir todo el ADN. Como si fuera el arquitecto que contando con el plano, sabe dónde irán los ladrillos y qué es lo que formarán.   

Cabe señalar que al principio los investigadores italianos fueron renuentes al experimento, pero el peso del Nobel los convenció. Ellos mencionaron que ese ejercicio era equivalente a sacar una copia, sin contar con el original. De ese tamaño.   

Al cabo de la hora, los investigadores retiraron la probeta y para su sorpresa y asombro, el equipo PCR comenzó a plasmar en la pantalla la codificación de un genoma. Faltaba cotejar el genoma obtenido en Italia con el original resguardado en otro laboratorio, ahora en Alemania. El cotejo se efectuó y se encontró una correspondencia del 98% con el original. 

Un físico se aventuró a explicar cómo pudiera ser que el agua grabe información en campos de dominio de los clústeres o agrupamientos de moléculas de agua. La comunidad científica calló ante las investigaciones de Montaigner, toda vez que los grandes laboratorios podrían verse enormemente afectados por este principio de la memoria del agua que es empleado desde hace ya más de 200 años por la medicina homeopática. Incluso, para denostarlo, se habló de que el científico ya chocheaba.

Por último, Montaigner, basado en estudios del Instituto Indio de Tecnología de Nueva Delhi, declaró que en el genoma del SARS-CoV2, causante de la Covid-19, se habían hallado insertos de VIH (recordemos que él lo descubrió). El trabajo del Instituto se retiró de su portal de Internet por no estar “verificado por pares y expertos internacionales”. Esa declaración le costó una andanada de descalificaciones, pero el Nobel, no cambió su postura ante lo que sería un virus quimérico o inventado en laboratorio; más bien se reía de sus detractores que respondían defendiendo a los laboratorios farmacéuticos, a la Big Pharma.  

En las redes circula, porque muchas páginas o portales de Internet han sido censurados si van en contra de la propaganda narrativa de la Covid-19, información y videos sobre los trabajos que actualmente están realizando miles de abogados, médicos y científicos de todo el planeta en contra de gobiernos aliados de la Big Pharma y de ésta, en lo que se ha llamado el Segundo Juicio de Nuremberg. 

El abogado alemán Reiner Fuellmich, uno de los más influyentes en Europa, ha iniciado una demanda global por crímenes de lesa humanidad, la que ha sido aceptada por la corte superior de justicia de Canadá. A esta importante iniciativa que pretende descubrir todo el andamiaje de la farsa pandémica, se había sumado Montaigner, pero sospechosamente unos días después de haberse mencionado su nombre, ha muerto. 

Vaya este modesto escrito en su memoria. Hacen falta más investigadores comprometidos con las causas humanas y no con los negocios de la Big Pharma. Descanse en paz el científico devenido en luchador social de una de las contiendas más duras y largas que apenas se comienza a dar.  


Dr. Mu Shik Jhon, El puzzle del agua y la clave hexagonal. EcoHabitar.
2 https://www.youtube.com/watch?v=R8VyUsVOic0


Marco Antonio Zárate Mancha

Estudió ingeniería mecánica en la Universidad Michoacana. En sus inicios trabajó en el Grupo ICA. Posteriormente colaboró en la Secretaría de Programación y Presupuesto, en el Sistema Alimentario Mexicano de la Presidencia de la República. A su paso también se ha desempeñado en la Canacintra México, en el programa TIPS de Bancomext, en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, en el Gobierno de Michoacán y en el municipal de San Luis Potosí. Ha sido y es empresario y esporádicamente ha colaborado en diversas publicaciones impresas y electrónicas, como: Quadratín, Homozapping, revista AM Blues, Alternauta, Revista Transformación de Canacintra y Fórum Financiero, entre otros.


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