MARTHA ORTA LA DEL RANCHO, LA QUE CRECIÓ LIBRE

 Por  Claudio García.

Embarrada del tricolor que abandera a su partido, apasionada para hablar de las luchas que ha librado, heredera de la tenacidad y amante ferviente de la libertad en la que creció, víctima de la violencia, pero sobretodo madre dispuesta  darle a sus hijos herramientas que los hagan independientes.

Potosina de nacimiento, pasó gran parte de su infancia como “niña de rancho”, creciendo en el campo, cercana a la tierra y al soplido del viento que da la libertad de la naturaleza, en San diego de la Unión, Guanajuato.

Martha Orta Rodríguez, educada, como ella dice, por padre y madre en la libertad, en el espacio del rancho donde “todos éramos iguales”, afirma que tuvo una infancia extraordinaria.

Cuando la familia tuvo que asentarse en San Luis Potosí llegó becada al “Minerva”, colegio a donde “hasta ganas de ser monja me dieron”. Aunque ya había estado en institución privada en Dolores Hidalgo, Gto., donde apenas duró 15 días, ya mostraba su rebeldía.

De su intención de ser monja brincó al materialismo dialéctico, por lo menos en lo que en aula veía, de donde surge su inconformidad ante las carencias que pasaban  sus compañeros, al grado de que a una de ellas la llevó a vivir a su casa.  

Por fin en los años 90, en sus inicios, cuando San Luis vivía los conflictos políticos que lo atrasaron tantos años frente a sus entidades vecinas. Mientras el palacio de gobierno se encontraba sitiado por “navistas” y al gobierno llegaba el ingeniero Martínez Corbalá, ella tomaba la Benemérita Normal de Maestros.

Su sangre materna la empujaba a la política, así lo  confirma “a mi mamá le gusta la grilla”. Cuenta que su madre conoció a Carlos Jongitud en la Ciudad de México, cuando logró que le dieran su primera comisión en una escuela, ya como maestra se lo volvió a encontrar en San Luis. Su mamá regresaba del trabajo a la casa y corría a la  junta de vecinos, siempre, nos dice Martha, atenta a las necesidades de la colonia o de su seccional.

 Si bien desde la normal ya se encaminaba al Pri, su mamá la induce todavía más al partido, así desde estudiante ya traía un grupo: “Fuerza y Avance” con jóvenes priistas. Eso que afirma le gustaba más el básquet.

Diez años desaparece del ambiente que tanto le llamaba, se casa, vive la violencia, debido a la cual conoce lo que es un refugio, da clases en aquel espacio a los niños cuyas madres se encontraban asiladas. La violencia nadie se la platicó, supo lo que tenía que hacer para  tranquilizar el momento, “al agresor dale la razón de lo que quiere”, lo aprendió para sobrevivir, pero no para aguantar más allá de lo que debía.

No se queda, ni se sostiene como “feminista de banqueta”, por eso conoce de ser y tratar a las víctimas, mujeres que huyen de la violencia y el estado debe proteger.

La licenciada en Educación, en Administración de Empresas, maestrante en Ciencias de la Educación, con una especialidad en Orientación Familiar, con una serie de diplomados en maltrato infantil,  en trata de personas, masculinidades, asistente a talleres de mediación, para mujeres en refugios, contra la violencia familiar, participante en diversos congresos y encuentros, la mayoría relacionados  para el apoyo a mujeres violentadas y de protección a niños y niñas, cuenta en su currículo. 

Representante en diversos foros organizados por su partido y procesos para elecciones en cuyas campañas le ha tocado recorrer todo el estado, Martha, la amiga de una gobernadora tuvo que pedir permiso para ir a desayunar con ella, pues recibió una invitación, pero su jefe, un secretario de gobierno, no le creía, hasta que ella, desde la oficina de su superior llamó a la mandataria estatal de un sureño estado del país y el funcionario tuvo que disculparse.

Amiga de muchos y quizás, sin duda no querida por otros, es una mujer que apoya pero también sabe dejar de hacerlo, como toda política o político, sabe que desde el poder o junto al poder se logran objetivos.

 También es madre y abuela, a su hijo apoya todos y cada uno de los días, que como ella misma dice “mientras pueda y le de herramientas para que salga adelante, con todo y su problema de salud, lo seguiré haciendo”;  disfruta de hablar de su hija que estudia música y seguramente la sueña dando un concierto.  No duda en darle la mano a su otra hija, la que le ha dado a la pequeña que la vuelve loca, su nieta, a quien presume cada vez que pasea con ella, lo que confirma en las fotografías, que orgullosa muestra junta a la niña.

Quien fuera Coordinadora  Operativa del Refugio para Mujeres Víctimas de Violencia Familiar “Otra Oportunidad”; Directora General del Centro de Atención a  Víctimas del Delito; Responsable de implementación de los Centros de Justicia para las Mujeres; Presidenta del Consejo de Prevención y Atención a la violencia Familiar; Secretaria ejecutiva de SIPINNA, confirma que sigue atendiendo, escuchando y sobretodo apoyando a las mujeres violentadas.

En lo político es amiga de muchos priistas a nivel nacional, conoce a otros y otras que ya no están en su partido y que la han invitado a acompañarles, pero  la Secretaria de Operación Política y de organización del CDE de su partido en la entidad y hoy regidora en el municipio de San Luis Potosí, no se va, que le falta mucho por ser y hacer dentro de su instituto político.

Finalmente confirma que el día que se retire de la política, de la vida pública, se ve frente a un grupo, dando clase, vocación que no pierde y que como estudiante la llevó a la “grilla”, que hoy vive y es feliz y sin duda mucho le ha dado, se va de la charla porque tiene una reunión al día siguiente y debe prepararla, pero no deja de contar lo mucho de su vida, de lo que ha vivido y de lo que seguramente sabe de las entrañas de la política potosina.

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