EL TSUNAMI ALBIROSA DEL 13 DE NOVIEMBRE DE 2022

 La realidad es cabrona, pero es la realidad.
Paco Ignacio Taibo I. El gato culto.

Se las metimos doblada.
Paco Ignacio Taibo II

Marco Antonio Zárate Mancha.

A casi quince días del tsunami albirosa —con la venia de la Real Academia Española— que en defensa del Instituto Nacional Electoral, INE, coloreó profusamente de blanco y rosa más de 50 ciudades de la república mexicana, sus resonancias siguen vivas y pegando fuerte para azoro de propios y extraños. Quizá sea más apropiado decir el “terremoto ciudadano” que cimbró las frágiles estructuras discursivas del de Tepetitán, Macuspana. Como bien sabemos los mexicanos del centro, occidente y sur del país, a un gran movimiento telúrico le siguen réplicas: terremotos de menor intensidad que siguen ocurriendo durante un tiempo después de uno de gran fuerza.

Dentro de los efectos más significativos consideremos la toma de consciencia ciudadana de lo que representa su fuerza vital —viva, pero no manifiesta— como la de una semilla. Bastó una marcha para volver a la realidad al macuspano. No ha sido nadie de su jauría, ni el equivalente al esclavo que perseguía al emperador vanagloriado por sus victorias y ante la muchedumbre ensalzadora, sostenía una corona de laurel y murmuraba a su oído: «recuerda que eres mortal». Con esa especie de mantra musitado al oído soberano, lo traían a la realidad para que no se sintiera dios. Nada de eso. Lo que despertó y alertó al presidente fue la respuesta ciudadana en defensa del INE; de sus tentaciones y ambiciones reformistas para asegurar su permanencia en el poder.  

Tal ha sido el efecto del terremoto del pasado 13 de noviembre. Ese movimiento ciudadano proactivo tuvo un desplante reactivo del inquilino de palacio. Ya que tres días después de la marcha ciudadana, reveló ser canal de multitud de mexicanos que querían marchar para demostrarle su apoyo. El inquilino de palacio, obediente a reclamos del pueblo sabio y noble, discurrió que en vez de dar un discurso desde su púlpito el jueves 1 de diciembre para celebrar 4 años de gobierno; era mejor convocar a un desfile que él mismo encabezaría en apoyo a su gobierno y a su autodenominada 4T. La parada oficial sería el domingo 27 de noviembre para darle oportunidad de asistir a los connacionales de todos los rincones del país deseosos de estar con su máximo líder…

Una vez el oriundo de Tepetitán anunció su desfile, varios de sus críticos no tardaron en hacer mofa de su inesperada reacción. Tal fue el caso de Víctor Trujillo, Brozo, que después de la declaración presidencial twitteó: “¿Ah sí? Pues vamos a ver quién la tiene más grande… —dijo el pobre hombre borracho de vanidad y de poder”. Tal se interpretó la bravata Macuspana, secundada por sus fieles mascotas. Una vez el tropicoso dio banderazo de salida al desfile en su honor, las huestes morenistas, sus fieles corifeos, marcaron cuotas a sus distintas mascotas —las gallinas de arriba cagan a las de abajo—: al líder de comerciantes le toca llevar tantos o se les retirarán permisos; al sindical otro tanto o se les quitarán canonjías; la Guardia Nacional y el Ejército no tienen ningún problema y habrá pelones por todos lados, sirve de que además de hacer bulto, embozados de civil, realicen trabajos de seguridad al berrinchudo macuspano y élite morenista… 

Luego de disponer de la onerosa logística: camiones, gasolina, baños portátiles, Frutsis, tortas y “apoyos en efectivo” … queda claro que los aparatos y recursos del Estado (que se cubren con nuestros impuestos), se utilizaran sin escatimar gastos a fin de ensalzar al tabasqueño para devolverle la confianza robada el pasado 13 de noviembre. 

No importará el tamaño del desfile, que por cierto solo será en la Ciudad de México a diferencia de las marchas realizadas el día del cumpleaños de López Obrador efectuadas en más de 50 ciudades del país. Para los ojos de la mayoría de los ciudadanos y de los políticos, este desfile está comprado con la única finalidad de desagraviar al mesías tropical por haberlo importunado de su sueño cuatrotero.  

Todo esta mascarada me recuerda el comentario lapidario hecho por un viejo comerciante de café del centro de la Ciudad de México, un día después de que Manuel Bartlett apagará el sistema de conteo de votos en 1988: “Ellos saben que perdieron, nosotros que ganamos”. Allí nació el IFE…


Marco Antonio Zárate Mancha

Estudió ingeniería mecánica en la Universidad Michoacana. En sus inicios trabajó en el Grupo ICA. Posteriormente colaboró en la Secretaría de Programación y Presupuesto, en el Sistema Alimentario Mexicano de la Presidencia de la República. A su paso también se ha desempeñado en la Canacintra México, en el programa TIPS de Bancomext, en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, en el Gobierno de Michoacán y en el municipal de San Luis Potosí. Ha sido y es empresario y esporádicamente ha colaborado en diversas publicaciones impresas y electrónicas, como: Quadratín, Homozapping, revista AM Blues, Alternauta, Revista Transformación de Canacintra y Fórum Financiero, entre otros.


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